Esta es la historia de un padre y sus hijos que tenían muy mal carácter. Su padre siempre los llamaba y siempre pasaba lo mismo:
Hijito,…………, ¿me ayudas a recoger la habitación?.
No, no quiero, paso, menudo rollo.
El padre en el sillón sentado y pasa el hijo de un lado a otro.
Hijito, …………., ¿quieres venir conmigo al parque a jugar?.
No, no quiero, paso de ti y del parque, vaya tontería.
El padre en el sillón sentado y pasa el hijo de un lado a otro.
Hijito, ……………, hijito del alma, ¿nos ayudas a recoger la mesa?.
No, no quiero, menudo rollo, prefiero estar sentado.
El padre en el sillón sentado y pasa el hijo de un lado a otro.
Hijito, ……………, ¿quieres venir conmigo a la parroquia?.
No, no quiero, menuda tontería, paso de ti.
El padre en el sillón sentado y pasa el hijo de un lado a otro.
El padre ya estaba cansado de que sus hijos fueran tan vagos y protestones, no podía seguir así.
El padre se quedó pensativo, …pensaba, pensaba…
¿Qué puedo hacer para que mis hijos aprendan que así no puede andar por la vida?
En aquel mismo momento, pasó por allí su otra hija, la chica buena, que iba diciendo una y otra vez…
Las piedras del camino te pesan en el corazón, si te sabes desprender te convierten en amigo…
El padre se dio cuenta inmediatamente, ya sabía que hacer, así que llamo a sus hijos y…
Hijos míos, hijos, …….., …….., ………., ………, venid, mirad lo que tengo para vosotros…
¿QUÉ TIENES, DINERO, CHUCHES, PASTELES, JUGUETES…?
¡Qué va, mucho mejor todavía!. Aquí tienes esta cesta de piedras, quedan aquí y cada vez que uno de vosotros pierda la paciencia, que se enfade o proteste, cuando no quiera hacer nada, entonces venís cogéis una piedra y la guardáis en el bolso del pantalón.
El primer día, los hijos seguían igual, se portaban fatal, protestaban por todo, así que ...
Los cuatro niños gritan y cogen una piedra, la meten en el bolso, la hermana mayor los observa junto al Padre…
No, no quiero, paso…
No, no quiero, paso…
No, no quiero, paso…
No, no quiero, paso…
¡Qué hermanos más tontos tengo, no se dan cuenta de lo que hacen!
Las semanas que siguieron, a medida que seguían haciéndolo todo mal, cargaba cada vez más piedras. Descubrieron que aquello se hacía insoportable, ¡vaya lo que pesaban las piedras!.
Hermanitos, como sois tan torpes, si os portarais mejor las piedras no os molestarían.
Dicho y hecho, los hijos fueron corriendo a donde estaba su padre y su hermana…
Padre, no puedo más,…
He aprendido la lección,…
No quiero más piedras,…
Tantas piedras me encogen el corazón…
Su padre y su hermana les ayudaron a tirar todas las piedras. Les dijo:
Entre los dos vacían los bolsillos y van dejando las piedras por el suelo.
Hijos míos, veo que habéis aprendido y habéis cambiado, pero no lo olvidéis nunca. Cada vez que pierdes la paciencia, contestas mal o te enfades, tu vida se llena de piedras y si no aprendes a tirarlas ahogarán tu corazón.