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Octubre

FIESTA DE LOS DIFUNTOS Y LOS SANTOS
 
La fiesta de Todos los Santos es la fiesta de multitud de hermanos y hermanas nuestros que viven ya el gozo de la presencia de Dios. Y hay que diferenciarla muy bien del día de los difuntos. Este día de todos los santos es un día de fiesta, no de luto. Por eso el evangelio nos habla de un camino de felicidad y de dicha: las bienaventuranzas.
Las bienaventuranzas nos transmiten un mensaje, la buena noticia del amor misericordioso y fiel de Dios hacia todos nosotros, especialmente hacia los más pobres, hacia los que lo pasan mal, hacia los últimos de este mundo. Conviene aclarar que la palabra “dichosos” no significa que se lo han pasado extraordinariamente bien, sino que han sabido entender que, desde su situación, era una bendición poder estar comprometidos, es decir, amando en profundidad, y conociendo mejor el significado del Reino de Dios. Estas situaciones que nos describe el evangelio son situaciones de lucha, de carencia, de limitación, pero llenas de esperanza y, por eso, dichosas.
Los santos son aquellas personas que, en su momento histórico y con su forma de ser, han respondido a la llamada del Evangelio y han convertido su vida en una buena noticia para todas las generaciones. Como decía Santa Teresa de Jesús: “la santidad no consiste en hacer cada día cosas más difíciles, sino hacer cada día las cosas con más amor”. Ese es el gran esfuerzo que nos pide Dios y al que nos llama para alcanzar la santidad.
 

EL PESO DEL RENCOR
 
El tema del día era el resentimiento, y el maestro nos había pedido que lleváramos papas y una bolsa de plástico. Ya en clase elegimos una papa por cada persona a la que guardábamos resentimiento. Escribimos su nombre en ella y la pusimos dentro de la bolsa. Algunas bolsas eran realmente pesadas. El ejercicio consistía en que durante una semana lleváramos con nosotros a todos lados esa bolsa de papas.
Naturalmente la condición de las papas se iba deteriorando con el tiempo. El fastidio de acarrear esa bolsa en todo momento me mostró claramente el peso espiritual que cargaba a diario y como mientras ponía mi atención en ella para no olvidarla en ningún lado, desatendía cosas que eran mas importantes para mi.
Todos tenemos papas pudriéndose en nuestra mochila sentimental. Este ejercicio fue una gran metáfora del precio que pagaba a diario por mantener el resentimiento por algo que ya había pasado y no podía cambiarse. Me di cuenta que cuando me llenaba de resentimiento, aumentaba mi stress, no dormía bien y mi atención se dispersaba.
Perdonar y dejarlas ir me lleno de paz y calma, alimentando mi espíritu. La falta de perdón es como un veneno que tomamos a diario a gotas pero que finalmente nos termina envenenando.
Muchas veces pensamos que el perdón es un regalo para el otro sin darnos cuenta que los únicos beneficiados somos nosotros mismos.
El perdón es una expresión de amor.
El perdón nos libera de ataduras que nos amargan el alma y enferman el cuerpo.
No significa que estés de acuerdo con lo que paso, ni que lo apruebes. perdonar no significa dejar de darle importancia a lo que sucedió, ni darle la razón a alguien que te lastimo.
Simplemente significa dejar de lado aquellos pensamientos negativos que nos causan dolor o enojo.
La falta de perdón te ata a las personas con el resentimiento. Te tiene encadenado. La falta de perdón es el veneno más destructivo para el espíritu ya que neutraliza los recursos emocionales que tienes.
El perdón es una declaración que puedes y debes renovar a diario. Muchas veces la persona más importante a la que tienes que perdonar e es a ti mismo por todas las cosas que no fueron de la manera que pensabas.
La declaración del perdón es la clave para liberarte. ¿Con que personas estás resentido? ¿A quiénes no puedes perdonar? ¿Eres tu infalible y por eso no puedes perdonar los errores ajenos? Perdona para que puedas ser perdonado, recuerda que con la vara que mides, serás medido....
Aligera tu carga y estarás más libre para moverte hacia tus objetivos.
 

 
Septiembre

HISTORIA DE UNA PEQUEÑA VELA
 
Érase una vez una pequeña vela que vivió feliz su infancia, hasta que cierto día le entró curiosidad en saber para qué servía ese hilito negro y finito que sobresalía de su cabeza. Una vela vieja le dijo que ese era su "cabo" y que servía para ser "encendida". Ser "encendida" ¿qué significaría eso?. La vela vieja también le dijo que era mejor que nunca lo supiese, porque era algo muy doloroso.
Nuestra pequeña vela, aunque no entendía de qué se trataba, y aún cuando le habían advertido que era algo doloroso, comenzó a soñar con ser encendida. Pronto, este sueño se convirtió en una obsesión. Hasta que por fin un día, "la Luz verdadera que ilumina a todo hombre", llegó con su presencia contagiosa y la iluminó, la encendió. Y nuestra vela se sintió feliz por haber recibido la luz que vence a las tinieblas y le da seguridad a los corazones.
Muy pronto se dio cuenta de que haber recibido la luz constituía no solo una alegría, sino también una fuerte exigencia… Sí. Tomó conciencia de que para que la luz perdurara en ella, tenía que alimentarla desde el interior, a través de un diario derretirse, de un permanente consumirse… Entonces su alegría cobró una dimensión más profunda, pues entendió que su misión era consumirse al servicio de la luz y aceptó con fuerte conciencia su nueva vocación.
A veces pensaba que hubiera sido más cómodo no haber recibido la luz, pues en vez de un diario derretirse, su vida hubiera sido un "estar ahí", tranquilamente. Hasta tuvo la tentación de no alimentar más la llama, de dejar morir la luz para no sentirse tan molesta.
También se dio cuenta de que en el mundo existen muchas corrientes de aire que buscan apagar la luz. Y a la exigencia que había aceptado de alimentar la luz desde el interior, se unió la llamada fuerte a defender la luz de ciertas corrientes de aire que circulan por el mundo.
Más aún: su luz le permitió mirar más fácilmente a su alrededor y alcanzó a darse cuenta de que existían muchas velas apagadas. Unas porque nunca habían tenido la oportunidad de recibir la luz. Otras, por miedo a derretirse. Las demás, porque no pudieron defenderse de algunas corrientes de aire. Y se preguntó muy preocupada: ¿Podré yo encender otras velas? Y, pensando, descubrió también su vocación de apóstol de la luz. Entonces se dedicó a encender velas, de todas las características, tamaños y edades, para que hubiera mucha luz en el mundo.
Cada día crecía su alegría y su esperanza, porque en su diario consumirse, encontraba velas por todas partes. Velas viejas, velas hombres, velas mujeres, velas jóvenes, velas recién nacidas…. Y todas bien encendidas.
Cuando presentía que se acercaba el final, porque se había consumido totalmente al servicio de la luz, identificándose con ella, dijo con voz muy fuerte y con profunda expresión de satisfacción en su rostro: ¡Cristo está vivo en mí!
 

 
Junio

EL PEQUEÑO PEZ
 
«Usted perdone», le dijo un pez a otro, «es usted más viejo y con más experiencia que yo y probablemente podrá usted ayudarme. Dígame: ¿dónde puedo encontrar eso que llaman Océano? He estado buscándolo por todas partes, sin resultado».
«El Océano», respondió el viejo pez, «es donde estás ahora mismo».
«¿Esto? Pero si esto no es más que agua... Lo que yo busco es el Océano», replicó el joven pez, totalmente decepcionado, mientras se marchaba nadando a buscar en otra parte.
Se acercó al Maestro, vestido con ropas sannyasi y hablando el lenguaje de los sannyasi: «He estado buscando a Dios durante años. Dejé mi casa y he estado buscándolo en todas las partes donde Él mismo ha dicho que está: en lo alto de los montes, en el centro del desierto, en el silencio de los monasterios y en las chozas de los pobres».
«¿Y lo has encontrado?», le preguntó el Maestro. «Sería un engreído y un mentiroso si dijera que sí. No; no lo he encontrado. ¿Y tú?».
¿Qué podía responderle el Maestro? El sol poniente inundaba la habitación con sus rayos de luz dorada. Centenares de gorriones gorjeaban felices en el exterior, sobre las ramas de una higuera cercana. A lo lejos podía oírse el peculiar ruido de la carretera. Un mosquito zumbaba cerca de su oreja, avisando que estaba a punto de atacar... Y sin embargo, aquel buen hombre podía sentarse allí y decir que no había encontrado a Dios, que aún estaba buscándolo.
Al cabo de un rato, decepcionado, salió de la habitación del Maestro y se fue a buscar a otra parte.
Deja de buscar, pequeño pez. No hay nada que buscar. Sólo tienes que estar tranquilo, abrir tus ojos y mirar, no puedes dejar de verlo.
 

 
Mayo

Defensa de la alegría
 
Defender la alegría como una trinchera, defenderla del escándalo y la rutina de la miseria y los miserables de las ausencias transitorias y las definitivas.
Defender la alegría como un principio defenderla del pasmo y la pesadilla de los neutrales y de los neutrones de las dulces infamias y los graves diagnósticos defender la alegría como una bandera defenderla del rayo y la melancolía de los ingenuos y de los canallas de la retórica y los paros cardiacos de la endemias y las academias defender la alegría como un destino defenderla del fuego y de los bomberos de los suicidas y los homicidas de las vacaciones y del agobio de la obligación de estar alegres defender la alegría como una certeza defenderla del óxido y la roña de la famosa pátina del tiempo del relente y del oportunismo de los proxenetas de la risa defender la alegría como un derecho defenderla de dios y del invierno de las mayúsculas y de la muerte de los apellidos y las lástimas del azar ... y también de la alegría
 
(Mario Benedetti)

PENSAMIENTOS ALEGRES
 
No te entregues a la tristeza y no te abandones a cavilaciones. La vida del hombre es el gozo del corazón, y su alegría alarga los dias. Recrea el ánimo, alegra el corazón y echa de ti la tristeza porque la tristeza ha perdido a muchos y no hay en ella utilidad (Si 30,21-23) Dios desea hacer a los hombres perfectamente felices y para ello sólo quiere que lo amen. La felicidad está ligada al amor porque nada hay tan agradable como amar lo que digno de amor... El amor es esa afección que nos hace encontrar placer en las perfecciones de lo que se ama, y no hay nada más perfecto que Dios, ni nada más encantador. (Leibniz, Discurso de metafísica) Alegría A veces, Padre, creo adivinar algo de tu gran misterio, como un destello dulce y cegador, ¡tan breve!, ¡tan leve! Es menos que un atisbo, menos que presentir que voy a estar cerca, a punto casi de tocar algo, menos que lo mínimo, y se va. En vano intento atrapar lo que vislumbro, aclarar lo que asoma entre velos, ahondar en lo que intuyo, precisar los contornos tan vagamente insinuados. Es inútil tratar de asir lo que es tan impalpable que parece inexistente, y sin embargo, tan fuerte y tan verdad. Sólo alcanzo a eso, a ver agitarse levemente una cortina que no se abre, y siempre lo que entreveo esgozo, gozo puro, infinita alegría. Entonces creo entender, aunque no entiendo nada. Y quisiera exultar: Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra. Pero mi voz se ahoga de puro júbilo. Tú lo conoces, yo me callo y después todo pasa. Vuelve a correrse el velo y la vida es, como siempre. Pero he sabido suficiente, sin saber: TU ERES ALEGRIA (Angela C. Ionescu, Como Barro, PCL, Madrid, 1999) Uno de los caminos que José Luis Martin Descalzo indica para descubrir la felicidad es este. "Descubrir que Dios es alegre, que una religiosidad que atenaza o estrecha el alma no puede ser la verdadera, porque Dios o es el Dios de la vida o es un ídolo"
 
(Razones para la alegría)

 
Abril

ORAR PIDIENDO AL PADRE ALEGRÍA HAZNOS UNA COMUNIDAD ALEGRE
 
"El fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de si; contra tales cosas no hay ley" (Ga 5,22-23)
"Yo tengo en Yahvé mi alegría" (Sal 104, 34)
"Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mis salvador" (Lc 1,46-47)
"Muchos dicen: ¿Quién nos hará ver la dicha? ¡Alza sobre nosotros la luz de tu rostro; Yahvé, tu has dado a mi corazón más alegría que cuando abundan ellos (el pueblo) de trigo y de vino nuevo. En paz, todo a una, yo me acuesto y me duermo, pues "tú solo, Yahvé, me asientas en seguro" (Sal 4,7-9).
"Estad siempre alegres en el Señor, os lo repito, estad alegres" (Flp 4,4)
 
SOMOS DICHOSOS
Somos dichosos porque fuimos llamados a la vida. Somos dichosos porque fuimos llamados a la fe. Somos dichosos porque Dios nos amó primero Somos felices porque tenemos un Dios mucho mejor del que nos imaginábamos. Somos felices porque, al resucitar, venció a la muerte. Somos dichosos porque sabemos que incluso el dolor es camino de resurrección. Somos dichosos porque él sigue estando con nosotros. Somos dichosos porque nos encargó la tarea de evangelizar. Somos dichosos porque, al ser él nuestro hermano, nos descubrió cuán hermanos éramos nosotros. Somos dichosos porque él perdonará nuestros pecados como perdonó el de Pedro. Somos dichosos peque él curará nuestra ceguera como la de Tomás. Somos dichosos porque él avivará nuestras esperanzas muertas como las de los de Emaús.
Somos dichosos porque él enderezará nuestro amor como el de Magdalena. Somos dichosos porque nuestros nombre están escritos en el reino de los cielos. Somos dichosos porque el reino de los cielos está ya dentro de nosotros. Somos dichosos porque nos ha nombrado testigos de su gozo, la más hermosa de las tareas, el más bendito de los oficios, la misión que debería llenarnos a todas horas los oídos de alegría
 

COMENTARIOS QUE ALEGRAN
 
«El fundamento último de la alegría es el amor. Dios ama: por eso es capaz de reír. Dios ríe en los que aman y en los que "dan como, en el fondo del valle, da el mirto su fragancia al espacio. A través de las manos de los que son como ellos, Dios habla y, desde el fondo de sus ojos, él sonríe sobre la tierra"» (Gilbran Khalil Gilbran)
 
«La risa. Esta humilde criatura parece destinada a disolverse, sin rumor, en la nada cuando penetra en la inmensidad de Dios. Sin embargo, la Escritura habla de la risa como imagen y figura de los pensamientos más íntimos de Dios. La Palabra de la Escritura podría llenarnos de admiración, pero queda el hecho innegable de que Dios sonríe en el cielo. Se ríe de la risa, de la tranquilidad, de la seguridad y serenidad. Se ríe de la risa que domina todas las oscuras complicaciones de una historia que es cruel, sanguinaria, loca y vulgar. Ríe con calma. Se podría decir: como si todo esto no tuviese que ver nada con él. Lleno de compasión, Él conoce perfectamente el drama amargo de esta tierra. Dios sonríe dice la Escritura. Y con ello afirma que incluso la más pequeña sonrisa pura y delicada, que brota de no importa dónde, desde un corazón recto, ante cualquier tontería de este mundo, refleja una imagen y un rayo de Dios. Es una señal del Dios vencedor, señor de la historia y la eternidad Del Dios cuya sonrisa nos demuestra que todo en definitiva es bueno» (Karl Rahner)
 
Dios Padre nos ha anticipado el gozo de la alegría que será eterna. Por medio de Jesús, en Jesús, ha acercado a nosotros la felicidad. Jesús es la Vida eterna, aquella que nos puede hacer perfectamente felices. Su gozo puede trasvasarse a nosotros si creemos en El, si acogemos el Reino que en El se hace realidad. Quien cree en Jesús es dichoso, feliz. A quienes se acercan a Él, Jesús los llama "bienaventurados". Jesús dejó sembrada la Alegría en nuestro mundo cuando se fue. Nos envió el Espíritu. Lo derramó en nuestros corazones. Y el espíritu experimenta el gozo inefable del encuentro con Dios. Un encuentro que se pro luce en una inmediatez delirante. El Espíritu con sus dones, entusiasma a los "nombres y mujeres. El espíritu nos sella para el día de la gran felicidad del encuentro con Dios Padre.
 
FUENTES PARA BEBER LA ALEGRÍA DE DIOS PADRE
En la medida en que Dios (Padre, Hijo, Espíritu) puede ser encontrado, o barruntado, en la medida en que su presencia nos afecta, en esa misma medida la felicidad llega a nuestra casa. He aquí siete caminos, siete "obras", siete vías, siete fuentes para "acceder a la Alegría de Dios Padre". El amor a Dios sobre todas las cosas. El encuentro con los hermanos (amar al prójimo como a uno mismo)