¿PALABRA? ¡MÁS QUE PALABRAS, MI SEÑOR!
 
Navidad ya no es palabra, más bien silencio
Navidad ya no son palabras, es obra de Dios
Navidad ya no es invisible es Amor visible
 
¿PALABRA? ¡MÁS QUE PALABRAS, MI DIOS!
Te escuchábamos entre las nubes,
y ahora te dejas amar y besar en la tierra
Te contemplábamos en el pensamiento,
y, humildemente, te dejas querer en una cuna
Te creíamos perdido en el cielo,
y, Dios mío, te encontramos débil
envuelto en el frío en este tosco suelo.
 
¿PALABRA? ¡MÁS QUE PALABRAS, MI DIOS!
En Belén, ha cesado la Palabra,
y Tú, bien lo sabes Señor
En Belén, habla el amor y la ternura
En Belén, salta la humildad y la obediencia
En Belén, se alcanza al Dios que nunca pudimos ver
 
¿PALABRA? ¡MÁS QUE PALABRAS, MI DIOS!
La estrella va en busca del que está perdido
y lo lleva encima del Misterio
Los Reyes abandonan riquezas,
por aquella otra que es eterna, santa y Real
El buey y la mula, hacen lo que saben,
dan aliento ante la ausencia del calor humano.
Los pastores, sencillos y grandes en su pobreza,
ofrecen lo que es tesoro y vida de sus vidas:
la miel de del panal de su sencillez
la leche del ganado de sus trabajos
o el pan de las mieses, que arrancaron con sus manos
 
¿PALABRA? ¡PALABRA HECHA CARNE!
Palabra que produce emoción y canto
Palabra que todo lo llena y todo lo invade
Palabra que hace surgir melodías y arte
Palabra que se escucha, cuando en el corazón se acoge
Palabra que tiene un nombre:
 
¡NAVIDAD! ¡SABOR A DIOS!

¿QUÉ SENTISTE, MARIA?
Con pocas palabras, pero en Ti María,
habitó por el anuncio de un Ángel
el Misterio de un Dios humanado.
¿Qué sentiste, Virgen María
ante la llegada del mensajero?
¿Creíste, acaso, que ese personaje celestial
se equivocó de puerta?
¿Pensaste que, uno de tus vecinos,
venía para probar tu fe o tu ingenuidad?
¿Qué sentiste María, dinos Tú que miraste al cielo,
ante la llegada del famoso mensajero?
Tal vez, como humilde nazarena,
sentiste que Dios habla en el silencio
Que Dios se hace grande
en el que le recibe manifestándose
esclavo, humilde…y pequeño
Tal vez, como mujer de Dios,
mirando por la ventana
de tu pobre casa de Nazaret
soñaste que, simplemente,
era una estrella que de repente
cayó desde el mismo cielo.
 
O, tal vez, María,
en el secreto escondido
desde hace siglos,
supiste que, contigo,
la partitura comenzaba a escucharse
que el plan comenzaba a llevarse a cabo
que, Dios, en una más de las suyas
irrumpía ahora sin ruido, en silencio,
sin más exigencia que tu obediencia
sin más preguntas que tu respuesta
sin más palacios que tu vientre virginal
sin más pregoneros que un Ángel.
Ayúdanos, María,
en medio de los ruidos que sacuden
los valles de nuestras vidas
a escuchar, como Tú lo hiciste,
la voz de un Dios que sale a nuestro encuentro
en el rostro de un Niño nacido en pesebre.

EN EL DESIERTO DEL MUNDO
 
Donde la locura vuela más deprisa que la sensatez,
allá donde la pobreza ya no llama la atención
y se convierte en estandarte de un mundo infeliz
quiero, Señor, preparar tu camino.
En la soledad del que busca y no encuentra compañía
en la desesperanza de familias
que han perdido el horizonte de la alegría
en los egoísmos y soberbias
que me impiden verte cara a cara…
 
Quiero, Señor, preparar tu camino.
Luchando, por rebajar todas esas colinas de autosuficiencia
Avanzando, para llenar lo que la sociedad
caprichosa e insolidaria, mezquina y sin sentido
pretende dejar, lo más sagrado, vacío y sin contenido
 
Quiero, de verdad Señor, preparar tu camino
Despejar nuestras mentes embarulladas por lo efímero
y colmarlas con tu presencia, con tu Nacimiento
Denunciar falsedades o verdades a medias
y, con la trompeta de tu nuevo día,
pregonar a este mundo que todavía es posible la esperanza.
que Tú, Señor, estás por llegar
pero que, los caminos por donde avanzamos,
no son los auténticos para poderte alcanzar.
Tú Señor, puedes cambiar el ritmo de la historia
si somos capaces de dejar aquello que nos atenaza,
duerme, amordaza, esclaviza y nos impide caminar
Contigo, Señor. Para Ti, Señor. Por Ti, Señor.
 
Quiero preparar mis caminos: que sean los tuyos
Quiero andar por tus caminos: sal a mi encuentro
Quiero dejar los viejos: renuévame con tu gracia
¡Ven, Señor! ¡Apresura tu llegada!
¡¡Contigo, para siempre, por tus caminos!!

¡QUIÉN PUDIERA COMO TÚ, MARÍA!
 
Llamas, María, silenciosamente
acompañada y rodeada de Misterios
y lo haces así porque, tu vida, fue grande en el silencio
porque, Dios, y nadie más, ocupó lo más santo de tus entrañas
porque, Dios, y nadie más, gustó la beldad interna de tu cuerpo
 
¡QUIÉN PUDIERA COMO TÚ, MARÍA!
Decir al mundo que, en la pequeñez,
está el secreto de la felicidad y el asombro
Que, en la humildad, se funde la llave para conquistar a Dios
que, en la docilidad, es donde uno se llena de la fuerza divina
 
¡QUIÉN PUDIERA COMO TÚ, MARÍA INMACULADA!
Poseer aquella perfección que al mismo Dios enamora
asaltar algunos de esos dones tuyos
con los que fuiste capaz de robar el mismo corazón al Creador
Vivir sintiéndonos amados por esa fuerza alta y extraña
que, cuando se acoge, es oasis de eternidad y de paz
 
¡QUIÉN PUDIERA COMO TÚ, MARÍA!
Responder siempre “SI” sin mirar a lo que atrás se deja
Ofrecer al Señor el campo de nuestro interior,
limpio y convertido, cuidado y reluciente
y que, Él, pudiera acampar sin miedo a ser rechazado
Caminar, como Tú lo haces, sin temor ni temblor
sabiendo que, cuando Dios entra por una ventana de tu casa,
la ilumina con rayaos de paz y de alegría desbordantes
Gracias, Virgen Inmaculada: eres don y regalo
Don para nuestra Iglesia
Regalo para todo el pueblo que,
en nuestras luchas y debilidades, rezamos, cantamos,
proclamamos y veneramos
tu inmensa pureza de Madre coronada de estrellas.
Amén.

¿VIGILAR YO? ¿PARA QUÉ, SEÑOR?
 
Me pregunto y te pregunto
y sin dejar que me respondas
sé muy bien, oh Señor, lo que ocurre a mi lado
Estoy de vuelta de todo y, a veces, pienso que soy un loco
Tengo ganas de que el mundo se detenga:
que, tanto hombre desesperado,
encontrase en Ti la llave para ser feliz,
que, miles de promesas no cumplidas,
sirvieran para que, de una vez por todas,
entendiésemos que sin Ti…nada…no es posible nada
¡Nada sin Ti, Señor!
¿Y aún me resisto a vigilar mi vida cristiana?
¡Ayúdame, oh Jesús, a subir ligero
las escaleras que separan la tierra del torreón más alto
Para que, cuando Tú llegues, me encuentres firme:
con los ojos clavados en el cielo
con mi corazón encendido por la fe
con mis pies pisando en la dirección adecuada
con mis manos ayudando a sembrar esperanzas
con mi rostro iluminado por tu divina gracia.
¿VIGILAR YO? ¿PARA QUÉ SEÑOR?
 
Te confieso que, frecuentemente,
caigo en la somnolencia espiritual
Que, dioses de cartón o de dulces deseos,
me atrapan y me invitan a desertar de mi vigilancia
Me insisten que ya no eres necesario
que, sin Ti, puedo llevar una vida feliz y cómoda
Por ello mismo, Señor,
porque ni soy feliz ni estoy cómodamente situado
Ayúdame a ser y estar vigilante…esperando.
A permanecer de erguido, inquieto y en vela
aguardando ese fantástico día
en el que, la paz, ya no será un imposible
en el que, el amor, ya no será sólo poesía escrita
en el que, el hombre, ya no será un adversario
Quiero ser, hoy más que nunca,
vigilante de tus promesas y de tu venida,
que me mantengan despierto y contento
el resto de mis días….hasta el momento de tu llegada.
¡VEN, SEÑOR, JESUS! ¡TE ESTOY ESPERANDO!

¿CUÁL ES MI PRINCIPAL MANDAMIENT0, JESÚS?
 
¿Amar, aun a riesgo de perder
o ser amado, buscando mi egoísmo personal?
¿Amar, respetando y queriendo lo del otro
o, por el contrario, buscar un amor a la carta
con contraprestaciones y con diversos colores de placer?
 
¿CUÁL ES MI PRINCIPAL MANDAMIENTO, JESÚS?
Tengo, tanto miedo, de que no sea el tuyo
De no amar a Dios como Tú lo amas
De no servirle como Tú lo haces
De no buscarle por los caminos
por lo que Tú me invitas a seguirte
Digo amar a Dios….y me amo a mi mismo
Digo entregarme a Dios…y me busco a mí mismo
Digo soñar con Dios….y pienso en mi propio paraíso
 
¿CUÁL ES MI PRINCIPAL MANDAMIENTO, JESÚS?
Ayúdame, Señor, a descubrirlo
A que, el único y trascendente, sea brindar a Dios
mi existencia y mi adoración, mis ilusiones y mis esperanzas,
mi compromiso y mis anhelos de fraternidad
Ayúdame, Señor, a que tus mandamientos sean los míos:
Que no sean sólo ley, sino convencimiento
Que no sean letra impresa, sino corazón abierto
Que te amen no por obligación y sí por necesidad de Ti
Y ahora, Señor, respóndeme lo que de antemano ya sé:
El amor a Dios empuja a darse con el hermano
y, en el hermano, es donde puedo también alcanzar
el amor divino que sale a mi encuentro.
¡Gracias, Señor!

¿CESAR…..O TU, SEÑOR?
 
Cuando confundo lo divino con lo humano,
y me quedo sólo con lo segundo
Cuando, volcado de lleno en lo superficial,
olvido que Tú existes desde los mismos inicios de mis días
Cuando, escuchando tu Palabra,
me quedo con aquellas escritas por el presente
Entonces, Señor, sólo entonces
me doy cuenta…que sirvo demasiado al “césar” de este mundo.
Cuando pretendo una iglesia desarraigada y no profética
alejada de todo compromiso.
 
¿CÉSAR…..O TU SEÑOR?
Cuando dedicado al intercambio de moneda
no veo que, la mayor, riqueza soy yo:
como persona y como hijo tuyo
como llamado a la vida y a la gracia
a la santidad, a la sencillez y a la adoración en tu presencia
Cuando, pendiente de lo que acontece a mi alrededor
te doy las migajas de unos minutos de oración
o las prisas de una misa rutinaria
Cuando, soñando con ser grande
dejo de lado aquel cielo en el que, para entrar, he de ser pequeño
 
¿CÉSAR….O TU SEÑOR?
Que no me olvide, oh Señor, que Tú eres el centro de todo
Que no me olvide, Señor, de orientarme desde Ti y contigo
Que no me olvide, Señor, que –el cielo y la tierra-
son todo obra de tu mano
Que no me olvide, Señor,
que entre los “césares” que intentan manipular mi conciencia
sólo Tú, Señor, tienes derecho a entrar en ella.
Amén.

SI ME INVITAS, YO QUIERO IR… SEÑOR
 
Porque necesito disfrutar y sentir,
aun en medio de tantas dificultades y penas
un momento de dicha y de fiesta
de alegría y de amistad
de plenitud, paz y reconciliación conmigo mismo
 
SI ME INVITAS, YO QUIERO IR… SEÑOR
Pero bañado con el traje del amor
inundado con la fuerza de tu presencia
calzado con el espíritu de las bienaventuranzas
 
SI ME INVITAS, YO QUIERO IR… SEÑOR
¿Me dejarás compartir tu mesa, Señor?
Es tanto lo que me falta para ser un perfecto invitado
Digo amor, y mis obras se quedan en un vacío pregón
Pretendo la justicia, y me busco a mí mismo
Añoro un mundo nuevo, y lo pienso sin Ti
Trabajo por sobrevivir, y no siempre lo hago mirando al cielo
¿Aún sigues empeñado en invitarme, Señor?
 
SI ME INVITAS, YO QUIERO IR… SEÑOR
Haz que, tu convite, llegué al lugar donde yo pueda responder
A mi corazón, para que sólo sea para Ti
A mi alma, para que sienta que vives en mí
A mi caminar, para que no me sienta sólo ni desamparado
A mi trabajo, para que mis ocupaciones no me alejen de TI
 
SI ME INVITAS, YO QUIERO IR… SEÑOR
Haz que, mis palabras, suenen a fiesta de fe
Haz que, mis pasos, no se alejen de tus caminos
Haz que, mi semblante, sea agradecido por la fiesta convocada
 
SI ME INVITAS YO QUIERO IR… SEÑOR
Contigo, aquí en la tierra, y un día…ojala en el cielo
Contigo, aquí en el dolor, y un día…en el gozo eterno
Contigo, aquí en las dudas, y un día…en la gran verdad que me espera
Contigo, aquí en las sombras, y un día…ante el rostro del Padre.
Amén.

QUE NO SEA CRUEL CONTIGO, MI SEÑOR
 
Que reflexione, si en lo más hondo de mis entrañas,
brota la maldad o la bondad
abunda la alegría o la tristeza
el deseo de venganza el ofrecimiento de misericordia
Que recapacite siempre, Señor,
sobre si soy siervo o dueño e interesado de tu herencia
Que nunca, más allá de darte gloria,
me quede con aquello que no me corresponde:
que en lo tuyo, sea siempre dócil y pronto
que en lo mío, nunca pretenda mi interés,
que en lo tuyo, actúe con diligencia y verdad
que en lo mío, sea siempre transparente
que en lo tuyo, sea auténtico y noble
que en lo mío, no fabrique mi propio “yo”
QUE NO SEA CRUEL CONTIGO, MI SEÑOR
 
Que no aborte los planes que has diseñado para mí
Que no obstaculice tu gracia con mis pecados
Que no frene tu Espíritu con mis malos modos
Que no esconda los buenos frutos de mi ser cristiano
QUE NO SEA CRUEL CONTIGO, SEÑOR
 
Hazme comprender que, lo que Tú me das,
no es mío…sino totalmente tuyo
Que a Ti, junto conmigo mismo, ha de volver todo
Que ante Ti, con lo bueno y lo malo,
he de dar cuentas de lo mucho o poco trabajado
Que por Ti, he de ser cepa y sarmiento
que, con buen gusto y buena cara,
he de dar el diez, el veinte o el treinta por ciento
QUE NO SEA CRUEL CONTIGO, SEÑOR
 
Que no vuelva la espalda a tantos signos de tu presencia
Que no presente mil excusas para dejarme llevar por tu Palabra
Que no viva como si Tú no existieras
Que no camine dudando, una y otra vez, de si “esto es cosa tuya”
 
QUE NO SEA CRUEL CONTIGO, SEÑOR
No se cumpla mi voluntad, sino la tuya
No avance por mi camino, sino por tu senda
No descalifique a los que me rodean, sino que los comprenda
No trabaje para mi causa… sino siempre para Ti, para lo tuyo
contigo y contigo, con lo tuyo y para tu Reino.
Amén.

MI “SI” DE CADA DIA, SEÑOR
 
Que sea para Ti con las pequeñas cosas que te ofrezco
y no en aquellas que pienso pero nunca alcanzo
Que lo veas en el detalle que ofrezco
y no en el escaparate del mundo en el cual me pierdo
 
MI “SI” DE CADA DIA, SEÑOR
Sea la verdad de mi vida,
y nunca la falsedad en la que me confundo
Sea pronunciado por el bien como respuesta
y no ahogado por el mal que me acompaña
 
MI “SI” DE CADA DIA, SEÑOR
Sea el llevar a feliz término:
cada promesa a mis prójimos
siendo rico llevando la paz conmigo
y ofreciéndola a los que caminan a mi lado
Desterrando el mal que me aparta de Ti
y aferrándome al bien que me habla de tu reinado
Siendo consciente de mis posibilidades
pero sin olvidar que, Tú, me las diste de balde
 
MI “SI” DE CADA DIA, SEÑOR
Sea darte lo poco o mucho de mi persona
La verdad de mi existencia
La sinceridad de mis palabras
La bondad de mi corazón
El deseo y la seguridad de que, ir por donde Tú me envías,
es el mejor camino para salvarme y ayudar a los demás.
¿Aceptas mi “si”, Señor?
Ayúdame a pronunciarlo, a que sea auténtico
y, nunca, me olvide de llevarlo a cabo.
Amén.

¡GRACIAS, MI SEÑOR!
 
GRACIAS, MI SEÑOR
Porque en la plaza de mi comodidad
estaba yo un día sentado cuando, por tu nombre,
salí hacia tu encuentro
 
GRACIAS, MI SEÑOR
Porque en la plaza de mi egoísmo
estaba yo un día cerrado cuando, por tu nombre,
comprobé que la mayor riqueza es el dar y no recibir.
 
GRACIAS, MI SEÑOR
Porque en la plaza de mi particular justicia
estaba yo confundido cuando, por tu nombre,
aprendí a diferenciar la verdad de la mentira
 
GRACIAS, MI SEÑOR
Porque en la plaza de mi aburrimiento
estaba una tarde abatido cuando, por tu nombre,
me sentí llamado a la alegría de tu misión
 
GRACIAS, MI SEÑOR
Porque en la plaza de mi envidia
estaba un amanecer asomado cuando, por tu nombre,
acepté que es grande el servirte
 
GRACIAS, MI SEÑOR
Porque en la plaza de mis ideas
Tejía proyectos y planes cuando, por tu nombre,
ví que los tuyos daban dignidad al hombre
Por todo, eso y por mucho más,
GRACIAS, MI SEÑOR

¡TENGO TANTO MIEDO, SEÑOR!
 
De invertir tiempo, ideas y sudor,
esfuerzo e ilusión, y como respuesta
encontrar sólo el vacío o la incomprensión.
¿Por qué me has dado tanto, Jesús?
Con menos talentos divinos,
se vive la vida más fácilmente y mejor
Con más comodidad y sin tantos riesgos
  
¡TENGO TANTO MIEDO, SEÑOR!
De no estar a la altura que Tú me marcas
de no dar la talla en el campo de batalla:
en la familia, o en el trabajo
en la enfermedad o en la salud
en la palabra o en la obra
  
¡TENGO TANTO MIEDO, SEÑOR!
De gastar por el camino lo que Tú me has dado
aquello que pienso que es mío y no tuyo
De quemarme por brindarme y ofrecerme
o cansarme de sembrar sin recoger nada a cambio
  
¡TENGO TANTO MIEDO, SEÑOR!
De que regreses y, tu fortuna, la encuentres mal empleada
por mi falta de valentía o audacia
por mi cobardía o desinterés
por mi timidez o mi falta de seguridad
 
¡CUÁNTO MIEDO TENGO, SEÑOR!
De no invertir mi vida como, Tú en la cruz, lo hiciste:
con silencio, grandeza y dolor
con perdón, humildad y sacrificio
con fe, esperanza o misericordia
  
¡CUÁNTO MIEDO TENGO, SEÑOR!
De mirarme a mí mismo,
y viendo lo mucho que me has dado
creer que no merece la pena arriesgarlo todo:
por Dios y por el hombre
por la Iglesia y por el mundo
por mis hermanos y por mí mismo
  
¡CUÁNTO MIEDO TENGO, SEÑOR!
Que vengas…y me pilles con el pie cambiado
lejos de tus caminos y, con mis talentos,
sin haberlos utilizado a fondo.

TENGO MIEDO, SEÑOR
 
A que tu barca, la barca de tu Iglesia,
me lleva a horizontes desconocidos
A que, tu Palabra, veraz y nítida
deje al descubierto el “pedro”
que habita en mis entrañas.
  
TENGO MIEDO, SEÑOR
De caminar sobre las aguas de la fe
De nadar contracorriente
De mirarte y estremecerme
De hundirme en mis miserias
y en mis tribulaciones
en mi falta de confianza
y… de mis exigencias contigo.
  
TENGO MIEDO, SEÑOR
De que me vean avanzando
en medio de las olas del mundo
con las velas desplegadas de la fe
Que me divisen, de cerca o de lejos,
navegando en dirección hacia Ti
  
TENGO MIEDO, SEÑOR
De que, en las dificultades,
no respondas como yo quisiera
Que, en las tormentas,
no me rescates a tiempo
Que, en la lluvia torrencial,
no acudas en mi socorro.
Por eso, porque tengo miedo, Señor,
mírame de frente, de costado y de lado
para que, en mis temores,
Tú seas el Señor
El Señor que venga en mi rescate.
Amén

¡VAS POR DELANTE, SEÑOR!
 
Porque, conociendo la humanidad del hombre,
sabes que necesita de tu mano y de tus huellas
para no perder el norte de su existencia.
Que, sin Ti, está abocada a la desilusión y al desencanto
a la tibieza, al pesimismo o al enfrentamiento.
Sales, en este día del Corpus Christi,
y empujado con la fuerza o el secreto del amor.
¡Inyecta, Señor, un poco de tu sangre en nuestro mundo!
Porque, nuestros cuerpos, se encuentran débiles
Porque, la sangre que corre por nuestras venas,
además de roja y viva queremos que sea divina
¡Danos un poco de tu Cuerpo, oh Cristo!
Porque, en las mesas de nuestra vida,
sobra el pan que se cuece en un simple horno
y nos falta ese otro Pan que se dora en el amor divino
¡VAS POR DELANTE, SEÑOR!
Sales en la custodia y rodeado de mis vasallos
Somos nosotros, Señor, tus amigos
los que, un día sí y otro también,
queremos llevarte como el mejor tesoro al mundo
Los que, envueltos en contradicciones,
somos miembros de tu Cuerpo
y anunciadores de tus buenos y santos misterios.
¡VAS POR DELANTE, SEÑOR!
Mira al enfermo que, desde la azotea de su sufrimiento,
te grita: ¡ten compasión de mí!
Detén tu mirada sobre el que, muerto aun estando vivo,
te pide un poco de esperanza en su caminar
No dejes de bendecir a los que, abriendo su corazón,
te dicen que, entre todo lo conocido,
Tú eres lo mejor y digno de ser adorado
¡VAS POR DELANTE, SEÑOR!
Gracias, Jesús, por compartir nuestras prisas
y ofrecernos un poco de calma
Gracias, Jesús, por no ser indiferente a nuestra vida
y colmarnos con tu gracia
Gracias, Jesús, por contemplar nuestra situación
y regalarnos tantas caricias con serenas respuestas
Gracias, oh Cristo, porque tu Cuerpo y tu Sangre
nos redime, nos hace fuertes, decididos, valientes,
entusiastas, comprometidos….
y nos hace sentir hoy, más que nunca,
que merece la pena caminar y vivir contigo.
Amén.

AMOR QUE TE DESCUBRE
 
Amor que, siendo Padre, se despliega en el Hijo
y que, acariciando con las manos del Hijo,
se hace eco, susurro y soplo en el aliento del Espíritu.
  
¿Cómo lo haces, oh Dios?
¿Cómo consigues ser tres y uno a la vez?
¡Dinos dónde encontrar el secreto de tal misterio!
¡Dinos cómo comprender lo que, al entendimiento,
resulta tan lejano, inaccesible e imposible?
Amor, sí; amor que funde al Padre con el Hijo en el Espíritu
Amor, sí; amor que construye una única casa
donde habitan, comparten y disfrutan, por amor,
el Dios Único con el Padre, el Hijo y el Espíritu
Amor, sí; amor que, cuanto más ama,
con más amor nos aguarda
  
¿Cómo lo haces, oh Dios?
¿Cómo llegas a tal comunión íntima y perfecta!
¿Cómo, sin perder naturaleza alguna
te presentas de formas tan distintas
y, a la vez, tan armónicamente unidas?
Amor; sí; amor que busca el bien y la felicidad divina
Amor; sí; amor que disfruta entregándose
Amor; sí; amor que es secreto de la grandeza trinitaria
Amor; sí; amor que asombra y nos acerca a este Misterio
Amor; sí; amor que irradia el núcleo del corazón trinitario
Amor; sí; amor que exige ser también UNO con Dios
como, el Hijo y el Espíritu son también con el Padre.
Amén

VIVIR SEGÚN EL ESPÍRITU SANTO
 
Vivir según el Espíritu Santo, es difícil.
Vivir con el Espíritu Santo, no lo es tanto.
Es bueno pensar que, El,
nos acompaña aunque no nos demos cuenta;
nos habla, aunque no lo escuchemos;
nos conduce, aunque acabemos eligiendo el camino contrario;
nos transforma, aunque pensemos que, todo, es obra nuestra.
  
VIVIR PENTECOSTÉS
es pedirle a Dios, que nos ayude a construir
la gran familia de la Iglesia
es orar a Dios, para sacar de cada uno lo mejor de nosotros mismos
es leer la Palabra y pensar: “esto lo dice Jesús para mí”
es comer la Eucaristía,
y sentir el milagro de la presencia real de Cristo
es rezar, y palpar –con escalofríos- el rostro de un Dios que nos ama.
  
¡PENTECOSTÉS ES EL DIOS INVISIBLE!
El Dios que camina hasta el día en que nos llame a su presencia
El Dios que nos da nuevos bríos e ilusiones
El Dios que nos levanta, cuando caemos
El Dios que nos une, cuando estamos dispersos
El Dios que nos atrae, cuando nos divorciamos de El
  
¡PENTECOSTÉS ES EL DIOS DE LA BRISA!
El Dios que nos rodea con su silencio
El Dios que nos indica con su consejo
El Dios que nos alza con su fortaleza
El Dios que nos hace grandes con su sabiduría
El Dios que nos hace felices con su entendimiento
El Dios que nos hace reflexivos con su santo temor
El Dios que nos hace comprometidos, con el don de piedad
El Dios que nos hace expertos, por el don de la ciencia
Pentecostés, entre otras cosas, es valorar, vivir,
comprender y estar orgullosos de
todo lo que nos prometió Jesús de Nazaret.
¿Cómo? Dejándonos guiar por su Espíritu.

¡MARCHA, SEÑOR, PERO ACOMPÁÑANOS!
 
Oh, Señor, gracias por tus palabras que nos dieron vida
y por tu mano que nos regalaron la salud
Oh, Señor, gracias por tus gestos
que nos hicieron pensar en la Salvación de Dios
y, por tus ojos, que nos llevaron a rumiar en lo eterno
Gracias, Señor, por tus caminos
que nos hicieron abandonar los nuestros
egoístas y perdidos en sí mismos
o colapsados del polvo, mentira y tristeza
Después de tu tiempo, marcha Señor hacia el cielo
pero, desde las alturas, no dejes de guiarnos.
Que, nuestras voces, necesitarán de tu voz
que, nuestros pies, pedirán impulso de tu Espíritu
que, nuestro corazón, reclamará amor de tu Amor.
  
¡MARCHA, SEÑOR, PERO ACOMPÁÑANOS!
Que, en tu Ascensión, queremos agarrarnos nosotros
para compartir y ansiar la eternidad
Que, en tu Ascensión, nos dejas pistas y senderos
que conducen hacia esa Ciudad de Dios
Que, después de tu trabajo valiente y sincero
mereces ser coronado y festejado
en ese lugar cerca del Padre, en estancia feliz del cielo
  
¡MARCHA, SEÑOR, PERO ACOMPÁÑANOS!
Que, sin tu mirada, nuestras miradas caerán hacia el suelo
Que, sin tu mano, nuestros ideales se cruzarán de brazos
Que, sin tus palabras, nuestros labios se cerrarán en dique seco
Que, sin tu corazón, nuestros amores serán necios o mezquinos
  
¡MARCHA, SEÑOR, PERO ACOMPÁÑANOS!
No te decimos, Señor, adiós sino ¡hasta pronto!
Porque, bien sabemos, amigo y Señor,
que todo lo que dices o prometes, siempre cumples
Que, tarde o temprano, de mañana o en la oscura noche
vendrás, regresarás en definitiva vuelta hasta nosotros
para que se cumpla, de una vez para siempre,
la Salvación que todos creemos, rezamos, añoramos y esperamos.
Amén.
  
¡MARCHA, SEÑOR, PERO NO TE OLVIDES DE NOSOTROS!

POR TI, SEÑOR, LO HARÉ
 
Guardaré tus mandamientos, porque al hacerlo así,
soy consciente de que cuido lo más santo y noble
que Dios, en tu comunión contigo, nos legó.
Amaré tus mandamientos, porque al amarlos,
sabré que amó lo que Tú, estando con nosotros,
amaste, defendiste y llevaste en tu mente y corazón
Esperaré al Espíritu Santo, porque en esa espera,
residirá la fuerza que me auxiliará
en el duro combate de mi vida y de mis luchas
Viviré, bajo el soplo de tu Espíritu,
porque en la carrera de mis días
siento que no puedo llegar al final si, ese Espíritu,
lo dejo de lado agarrándome a otros huracanes.
POR TI, SEÑOR, LO HARÉ
 
Miraré hacia el cielo cada vez que me encuentre
en cruel batalla con mi soledad
Buscaré respuestas en tu Palabra
cuando el discurso del mundo sea promesa hueca
Aceptaré tus mandamientos,
porque al aceptarlos, reverenciarlos y vivirlos
sé que se encuentra el secreto para dar contigo
para amar al Padre y vivir en el Espíritu
POR TI, Y PORQUE LO NECESITO, LO HARÉ SEÑOR

POR TU CAMINO, SEÑOR
 
Aunque me tiemble el pulso,
seré de los tuyos, anunciaré tu Palabra
apoyaré, con mis débiles fuerzas,
la Verdad que tu camino me indica.
  
POR TU CAMINO, SEÑOR
Creeré y esperaré en la eternidad que me brindas
Soñaré que, más allá de la noche incierta,
aguarda un paraíso de felicidad y de plenitud
  
POR TU CAMINO, SEÑOR
Entenderé que, más allá de la casa en la tierra,
me esperas con un sitio cerca del Padre
volverás para cumplir, como siempre lo haces,
con tus promesas que superan
las nuestras, humanas, caducas y falsas
  
POR TU CAMINO, SEÑOR
Descubriré que, avanzando Tú por delante,
eres la vía que lleva al rostro del Padre
eres el sendero iluminado por el Espíritu Santo
eres Aquel que, cuando se mira,
encuentra frente a frente al que en el cielo espera
  
POR TU CAMINO, SEÑOR
Te veremos y cantaremos la grandeza de creer en Ti
Te conoceremos y, contigo, sabremos de Dios
Te conoceremos y, contigo, viviremos en Dios
Te conoceremos y, contigo, marcharemos al Padre
Viviremos y, viviendo contigo,
sentiremos que vivimos Aquel que te envió
Amén

QUIERO SER AROMA DE BUEN PASTOR
Desprendiéndome de la distancia que infunde mi persona
para abrazarme desde la cercanía que aporta el Evangelio
Sólo así, Señor, podré decir que soy “buen pastor”.
Abriéndome sin temor a los que estando lejos de mí
tienen tanto o más derecho que los que viven junto a mí
a tu gracia y a tu poder, a tu presencia y a tu Palabra
Sólo así, Señor, podre decir que soy “buen pastor”
Desprendiéndome de lo que es secundario
de aquello que estorba al empuje de mi cayado
de tantas cosas que, aun siendo importantes,
no son necesarias para compartir mi vida con los demás
Sólo así, Señor, podré decir que soy “buen pastor”
Entregándome sin esperar recompensa alguna
con pasión y con muerte, con vida y con juventud,
con experiencia o con vejez, con fuerza y con debilidad
Sólo así, Señor, podré decir que soy “buen pastor”
Perdonando las incomprensiones y las calumnias
los malos entendidos y los rechazos
las contrariedades, insensibilidades o cerrazones
Sólo así, Señor, podré decir que soy “buen pastor”
 
QUIERO SER AROMA DE BUEN PASTOR
Llevando alegría a la casa de la tristeza que es el mundo
derrochando sonrisas aunque, por dentro, esté llorando
Cantando desde la fe aunque el auditorio esté vacío
Pregonando tus excelencias aunque los oídos estén taponados
Sólo así, Señor, podré decir que soy “buen pastor”
Acercándome aunque, mi presencia, no sea cómoda
Predicando aunque, mi mensaje, sea reprendido
Amando aunque, mi afecto, sea ridiculizado
Callando aunque, mis silencios, sean tachados de cobardía
Hablando aunque, mis palabras, seas tomadas como intromisión
Sólo así, Señor, podré decir que soy “buen pastor”
Que mi palabra sea eco de la tuya, mi vida color de la tuya,
mi vivir resonancia de la tuya, mis pasos huella de los tuyos,
mi entrega memorial de la tuya y mi servicio para Ti y por Ti Señor
Sólo así, Señor, podré decir que soy Buen Pastor

QUÉDATE, SEÑOR, NO PASES DE LARGO
 
Que, si ahora todo es luz,
sin ti y cuando te vayas, volverá a ser oscuridad
Que, si ahora veo tu grandeza,
sin Ti y cuando te vayas, sólo tocaré mi pobreza
  
QUÉDATE, SEÑOR, NO PASES DE LARGO
Porque, mis dudas con tu Palabra,
se convierten en seguras respuestas
Porque, mi camino huidizo y pesaroso
se transforma en un sendero de esperanza
en un grito a tu presencia real y resucitada
  
QUÉDATE, SEÑOR, NO PASES DE LARGO
Que, contigo y por Ti,
merece la pena aguardar y esperar
Que, contigo y por Ti,
no hay gran cruz sino fuerza para hacerle frente
Que, contigo y por Ti,
la sonrisa vuelve a mi rostro
y el corazón recuperar su vivo palpitar
  
QUÉDATE, SEÑOR, NO PASES DE LARGO
Porque, contigo, mi camino es esperanza
Porque, contigo, amanece la ilusión
Porque, contigo, siento al cielo más cerca
Porque, contigo, veo a más hermanos
y siento que tengo menos enemigos
Porque, contigo, desaparece el desencanto
y brota la firme fe de quien sabe que Tú, Señor,
eres principio y final de todo.
Amén.

¡EL SEÑOR HA RESUCITADO!
 Como a Tomás, también a ellos,
el Señor se les ha aparecido en la Octava de la Pascua
y, sin pretenderlo ni necesitarlo,
les dice que –su Iglesia- que une y ata en la tierra
los proclama Santos entre todos los Santos.
¡Gracias, oh Señor! ¡Gracias, Iglesia militante!
Porque, sus manos, que bendijeron y perdonaron
Porque, sus manos, que indicaron y señalaron
Porque, sus, que abrazaron y amaron
recogen nuestras oraciones y nuestros deseos
dejándolo todo a tus pies, Creador que habitas, en el cielo
¡A TI, SEÑOR, GLORIA Y ALABANZA!
 
Manos quisiéramos, oh Señor, de Juan XXIII
para presentar la bondad como distintivo de la Iglesia
Manos anhelamos, oh Jesús, de Juan Pablo II
para ser valientes y decididos en nuestra entrega
Manos necesitamos, oh Resucitado, de Juan XXIII
para abrir ventanas por las que entre aire fresco
Manos soñamos, oh costado abierto, de Juan Pablo II
para no doblegarnos y permanecer fieles hasta el final.
¡A TI, SEÑOR, CON ELLOS GLORIA Y ALABANZA!
 
Dos manos, de Juan XXIII y Juan Pablo II,
que nos acompañan desde el costado abierto de Cristo.
Porque, hoy más que nunca, ellos así lo están viviendo
Porque, es Pascua y es cierto,
que también nosotros lo vemos desde la distancia
y, sabemos, que Cristo nunca engaña.
Dos manos, que desde el corazón de la cristiandad,
nos señalaron que Jesús murió y resucitó
Dos manos que, bajo las bóvedas del cielo,
nos recordaron que Cristo es Camino, Verdad y Vida
Dos manos que, con sonrisas y fuerza,
nos alertaron del peligro de vivir sin Dios
Dos manos, Juan XXIII y Juan Pablo II,
que acogen la plegaria de toda la Iglesia,
de todos los cristianos, de todos los hombres
y mujeres de nuestro tiempo que dicen hoy y mañana:
¡SEÑOR MÍO Y DIOS MÍO!

NO DEJES DE SUBIR, SEÑOR
Porque, arriba en Jerusalén,
te necesitamos para que nos des vida
 
NO DEJES DE SUBIR, SEÑOR
Aunque hoy te aclamemos
y mañana te olvidemos
 
NO DEJES DE SUBIR, SEÑOR
Tú, Señor, eres nuestro Rey
En Ti está nuestro futuro
 
NO DEJES DE SUBIR, SEÑOR
Detrás, de la muerte, vendrá la vida
Detrás, del llanto, el gozo
 
NO DEJES DE SUBIR, SEÑOR
Perdona nuestra falsedad
Olvida nuestras mentiras
 
NO DEJES DE SUBIR, SEÑOR
Bendito por venir a nuestra tierra
Bendito por venir a salvarnos
Bendito por lo mucho que nos amas
 
NO DEJES DE SUBIR, SEÑOR
Sube, Señor, a Jerusalén
Sube, Señor, a la cruz
Pues, sabemos todos, Señor
lo mucho que por Ti, Dios nos ama
NO DEJES DE SUBIR, SEÑOR

¿SOY CIEGO, SEÑOR?
 
Digo creer en Ti, y vivo como si no existieras
Pretendo caminar por tus sendas y no palpo tu presencia
Presumo de conocerte y apenas escucho tu Palabra
Digo que ¡nadie hay como Tú!
y tiemblo cuando las dificultades asoman
 
¿SERÉ ACASO CIEGO, SEÑOR?
Abro los ojos ante el mundo
y me cuesta decir que Tú lo mueves
Confieso que Tú eres la luz del mundo
y me escondo en oscuridades peligrosas
Rezo mirando al cielo
y a la vez me fío demasiado
de las decisiones del mundo
 
¿TENDRÉ CEGUERA ESPIRITUAL, SEÑOR?
Soy humano y, muchos días,
me considero exclusivamente divino
Soy pecador y, queriendo o sin querer,
me las doy de justo y honrado
Afirmo conocer todos los secretos
y, a mis ojos, se escapa lo esencial
Conozco la ciencia y la matemática
y no sé cómo encontrarte en mi vida
 
¿SERÉ CIEGO, SEÑOR?
Porque leo tu Palabra
y, pienso que es para los demás
Escucho tu Palabra
y creo que no va conmigo
Camino, subo y bajo, corro y avanzo
y me tropiezo a cada instante
dándome de bruces
contra mis propias ideas y pensamientos
 
¡CAMBIÁME, SEÑOR!
Mi naturaleza humana, para reconocerte
La forma de mirar para no perderte de vista
El ritmo en mi caminar para ir a tu lado
El ruido de mi existencia para escuchar tus pisadas
Los nubarrones de mis pensamientos
para que Tú seas la luz de todo mi ser
¿ESTARÉ CIEGO, SEÑOR?

AYÚDAME, SEÑOR
 
A ocuparme, razonablemente
en aquello que sea para tu gloria
para el beneficio de los míos y de mí mismo
A disfrutar el presente, sin estar tan pendiente
de lo que pueda ocurrir mañana.
A, mirar hacia el futuro,
aportando las semillas que siembro hoy en el camino.
 
AYÚDAME, SEÑOR
A sentir tu mirada en aquello que veo
A palpar tus manos en mis pequeñas obras de cada día
A escuchar tu Palabra en las mías,
pobres, torpes y atropelladas
 
AYÚDAME, SEÑOR
A vivir comprometido pero sin ansiedad
A caminar ligero, pero sin prisas
A trabajar con empeño, pero sin nervios
A soñar con un futuro mejor
sin olvidar que puedo superar el presente
 
AYÚDAME, SEÑOR
A confiar en tu mano providente
A no tener miedo al mañana que me aguarda
Contigo, Señor, me basta.
Amén

¿CÓMO ME PIDES TANTO, SEÑOR?
 
¿Sonreír al que deteriora e invade mi vida,
perdonar a quien me afrenta
ayudar a quien me arruina
y asistir a quien me olvidó un mal día?
¿CÓMO ME PIDES TANTO, SEÑOR?
¿Amar al que tal vez nunca me amó,
abrazar al que, ayer, me rechazó,
llorar con el que, tal vez,
nunca yo encontré consuelo en la aflicción?
¡Cómo, Señor! ¡Dime cómo!
Cuando ya es difícil amar al que nos ama
Caminar con el que queremos
entregarnos al que conocemos
o alegrarnos con el que nos aplaude
¡Cómo, Señor! ¡Dinos cómo hacerlo!
Cuando nos cuesta rezar por los nuestros
o prestar nuestra mejilla
a quien ya nos da un beso
Cuando es duro el ser felices
con aquellos que con nosotros conviven
¿CÓMO NOS PIDES TANTO, SEÑOR?
Ayúdanos a estar en comunión permanente con Dios
y entonces, Señor,
tal vez no nos parezca tanto ni un imposible
ser cómo Tú eres y llevar a cabo lo que Tú quieres:
AMOR SIN CONDICIONES.
Amén.

SEA SAL Y LUZ, SEÑOR
De tu mar, Señor, sea yo la sal que lleve
alegría donde existan las caras largas,
ilusión donde no sepan lo que es el optimismo
eternidad, allá donde vean sólo el presente
caridad, en aquellos rincones
donde aparezca el “yo” y no el “nosotros”.
 
SEA SAL Y LUZ, SEÑOR
Del SOL que es tu Palabra
y, entonces, anuncie lo que Tú nos traes
Es posible un mundo, pero como Dios manda
Grande, un corazón, por el Amor que regalas
Inmensa, la vida, por el futuro que nos conquistas
Que no me conforme, oh Señor,
con la sal de mi frágil salero
Que no me quede, oh Señor,
con la luz de mis débiles ideas
Que no presuma, oh Señor,
de mis gracias y de mis dones
y, caiga en la cuenta, de que es tu SAL
la que da sabor eterno a los guisos de mis manos
Que no lleve en cuenta, oh Señor,
de mis pequeños aciertos
cuanto de la LUZ que Tú desprendes desde el cielo
De mis ocurrencias y creatividad
cuanto de la presencia creadora de Dios
De mis aportaciones por tu Reino
cuanto de tu Espíritu que las hace
únicas, santas, verdaderas, genuinas y eternas
 
QUE SEA, SEÑOR, SAL Y LUZ
Pero sal recogida del mar del cielo
empaquetada con fuerza del Espíritu Santo
Y sin más precio que, el saber,
que estoy de tu lado y contigo
para hacer de este mundo
un pequeño trozo de tu Reino.
Con tu luz, siempre con tu luz, Señor.

CONTIGO, SEÑOR, MIS PRIMEROS PASOS
Para apoyarte en aquello que, para el mundo y para nosotros,
Tú tienes pensado
Y trabajar, sin desmayo ni tregua,
para que muchos o algunos encuentren su felicidad en Ti.
 
CONTIGO, SEÑOR, MIS PRIMEROS PASOS
Porque, cuando me dices “sígueme”
siento que, todavía, no te conozco lo suficientemente
Que, soy cristiano sin saber lo que significa
y que me da miedo seguirte por lo que ello implica
 
CONTIGO, SEÑOR, MIS PRIMEROS PASOS
Porque, cada día, nos das una oportunidad para seguirte
Una hora en la que decir “sí” o un “no”
Porque, siendo jóvenes, mayores o ancianos
Tú pasas por la orilla de nuestra vida
pidiendo algo tan grande como personas
que crean, esperen y te amén a Ti, Señor.
 
¿DARÉ MIS PRIMEROS PASOS, SEÑOR?
¿Dejaré algo por Ti?
¿Haré algo por tu Reino?
¿Sacaré mis excusas para quedarme sentado en lo mío?
 
¿CÓMO DAR MIS PRIMEROS PASOS, SEÑOR?
¡Ah! ¡Ya lo sé, Señor!
Dejando que Tú, conviertas todo lo que en mí, Señor
está un tanto desorientado y pervertido.
¡Gracias, Señor!

YO SOY DE LOS TUYOS, SEÑOR
Desde el día de mi Bautismo
en el que, Dios, me hizo hijo suyo
Cuando hago algo por los demás.
Cuando escucho tu Palabra
y siento que Dios me habla con palabras de amor
Cuando, sabiendo que soy débil,
miro al cielo para que Dios me ayude
 
YO SOY DE LOS TUYOS, SEÑOR
Si no dejo que nada ni nadie
me aleje de Ti
Si hago el bien a los que me rodean
aunque algunos les parezca poco o nada
Si, como Tú, Señor,
me dejo llevar por el amor de Dios.
Si, allá donde hablo y camino,
soy semilla de verdad, de justicia y de perdón
 
SOY DE LOS TUYOS, SEÑOR
Dame tu Espíritu para que, así,
no se apague en mí
lo que Dios en el día de mi bautismo
me regaló con tanta fuerza y amor:
su presencia.
 
SOY DE LOS TUYOS, SEÑOR
SOY TU AMIGO Y SIEMPRE LO SERÉ.

¡ESE ES JESUS!
La luz que, en la en la oscuridad,
Indica y asegura el sendero de la auténtica vida
de la gracia, frente al pecado,
de la bondad, frente al mal.
¡ESE ES JESUS!
Razón de existencia,
cuando languidecen las promesas del mundo
Noticia, y de la buena,
ante presagios inciertos o malos augurios
¡ESE ES JESUS!
Golpea a la puerta, y sin imposición alguna,
espera nuestra respuesta
Viene para enseñarnos el rostro de Dios
Un Dios vivo, eterno, divino y humanado
Un Dios que, por darse tanto,
quiere caminar a una con nosotros
aquí en la tierra, en nuestro pequeño mundo
¡ESE ES JESUS!
El que, al nacer en Belén, con aliento divino
desplaza toda tiniebla y la noche indefinida
El que, siendo pequeño, nos hace grandes
El que, siendo grande, ante El somos pequeños
¡ESE ES JESUS!
Necesitado, como hombre, de nuestro cariño
y ofreciendo, como Dios, amor eterno
Recibiendo, como hombre, nuestras ofrendas
y repartiendo, como Dios, gracias divinas
¡ESE ES JESUS!
La luz del mundo, aunque el mundo se resista
La luz del hombre, aunque el hombre mire a otro lado
La luz del corazón,
aunque esté inclinado hacia otros dioses
¡ESE ES JESUS!
Conocido y amado por millones de hombres
Acogido y rechazado por otros tantos
Proclamado por miles de heraldos de nuestro tiempo
Aclamado y bendecido, renegado y perseguido
Pero, su luz, nunca la podrá sofocar
todos los destellos del mundo
Amén.