SEA SAL Y LUZ, SEÑOR
De tu mar, Señor, sea yo la sal que lleve
alegría donde existan las caras largas,
ilusión donde no sepan lo que es el optimismo
eternidad, allá donde vean sólo el presente
caridad, en aquellos rincones
donde aparezca el “yo” y no el “nosotros”.
 
SEA SAL Y LUZ, SEÑOR
Del SOL que es tu Palabra
y, entonces, anuncie lo que Tú nos traes
Es posible un mundo, pero como Dios manda
Grande, un corazón, por el Amor que regalas
Inmensa, la vida, por el futuro que nos conquistas
Que no me conforme, oh Señor,
con la sal de mi frágil salero
Que no me quede, oh Señor,
con la luz de mis débiles ideas
Que no presuma, oh Señor,
de mis gracias y de mis dones
y, caiga en la cuenta, de que es tu SAL
la que da sabor eterno a los guisos de mis manos
Que no lleve en cuenta, oh Señor,
de mis pequeños aciertos
cuanto de la LUZ que Tú desprendes desde el cielo
De mis ocurrencias y creatividad
cuanto de la presencia creadora de Dios
De mis aportaciones por tu Reino
cuanto de tu Espíritu que las hace
únicas, santas, verdaderas, genuinas y eternas
 
QUE SEA, SEÑOR, SAL Y LUZ
Pero sal recogida del mar del cielo
empaquetada con fuerza del Espíritu Santo
Y sin más precio que, el saber,
que estoy de tu lado y contigo
para hacer de este mundo
un pequeño trozo de tu Reino.
Con tu luz, siempre con tu luz, Señor.

TÚ QUE ERES CORDERO
Que hablas con bondad pero con contundencia
¡MUESTRANOS EL CAMINO HACIA EL PADRE!
Tú que eres Cordero de Dios
y buscas verdes valles y fértiles
¡LLÉVANOS AL ALIMENTO DE LA VIDA ETERNA!
Tú que eres Cordero de mira con ojos humildes
¡HAZNOS ENTENDER QUE LA HUMILDAD
ES CAMINO PARA MIRAR A DIOS!
Tú que eres Cordero que sigue al Padre
¡HAZNOS CAMINAR DETRÁS DE TI, BUEN PASTOR!
Tú que eres Cordero que, al abrazarlo, quita todo pecado
¡APARTANOS DE TODO AQUELLO
QUE ESTORBA NUESTRA DIGNIDAD!
Tú que eres Cordero de Dios que se sacrifica para siempre
¡HAZNOS SER AGRADECIDOS
POR TANTO QUE TÚ NOS DAS!
¡Tú que eres Cordero de Dios que disfruta caminando en un solo rebaño!
¡INVITANOS A ORAR PARA QUE LA IGLESIA SEA UNA!
¡Tú que eres Cordero que, al comerlo, alimenta y contenta!
¡QUE COMPRENDAMOS EL MISTERIO
DE CADA EUCARISTIA!
¡Tú que eres Cordero humilde, pacífico y profético!
¡QUE NO OLVIDEMOS QUE LA PAZ
Y NUESTRA VOZ HAN DE SER VIDA
Y ALTAVOZ DE
NUESTRA VIDA CRISTIANA!
 
Amén