LA PEQUEÑA VELA

NARRADOR

Érase una vez una pequeña vela que vivía feliz su infancia, hasta que cierto día le entró curiosidad por saber…

VELITA

Para qué servirá ese hilito negro y finito que sobresale de mi cabeza.

NARRADOR

Una vela vieja le dijo:
Aparece una vela vieja…

VELA VIEJA

Eso que tienes en tu cabeza es una "mecha" y sirve para ser "encendida", ¿lo entiendes?.

VELITA

No, no entiendo nada. Ser "encendida" ¿qué significa eso de ser encendida?.

VELA VIEJA

Mira, mejor no te lo digo, es mejor que nunca lo sepas, porque es algo muy doloroso.

VELITA

¿Encendida?, ¿doloroso?, ¡no entiendo nada!

NARRADOR

Nuestra pequeña vela, aunque no entendía de qué se trataba, y aun cuando sabía que era algo doloroso, comenzó a soñar con ser encendida. Pronto, este sueño se convirtió en una obsesión.

VELITA

(Gritando alocada) ¡Por favor, que alguien me ayude, que alguien encienda mi mecha!
Entra en escena uno que hace de Jesús con vela encendida…

NARRADOR

Hasta que por fin un día apareció un hombre que era "la Luz verdadera que ilumina a todo hombre", llegó con su presencia contagiosa y la iluminó, la encendió.

JESÚS

Pequeña vela, ¿qué te falta, qué buscas…?

VELITA

Estoy muy triste porque estoy apagada, quiero que alguien me de fuego…

JESÚS

¿Estás segura?... pues toma, yo te daré fuego, pero no lo olvides, no será fácil…

NARRADOR

Y nuestra vela se sintió feliz por haber recibido la luz que vence a las tinieblas y da seguridad a los corazones.
Muy pronto se dio cuenta de que haber recibido la luz significaba no solo una alegría, sino también una fuerte exigencia…

VELITA

¡Qué razón tenían para que la luz perdure tengo que alimentarla desde mi interior, tengo que derretirme todos los días un poco, un permanente consumirse…
Cambia por una vela mediana…

NARRADOR

Entonces su alegría se hizo más grande, pues entendió que su misión era consumirse al servicio de la luz y aceptó su nueva vocación. A veces pensaba…

VELITA

¡Qué bien estaba sin haber recibido la luz, pues en vez de derretirme, mi vida sería más cómoda y tranquila!.
Entra uno que intenta soplar su vela… la velita se lo quita de encima como puede…

NARRADOR

También se dio cuenta de que en el mundo existen muchas corrientes de aire que buscan apagar la luz. Y a la exigencia que había aceptado de alimentar la luz desde el interior, se unió la llamada fuerte a defender la luz de ciertas corrientes de aire que circulan por el mundo.
Aparecen dos o tres con velas apagadas y se pasean a su alrededor…

NARRADOR

Más aún, su luz le permitió mirar más fácilmente a su alrededor y alcanzó a darse cuenta de que existían muchas velas apagadas.

VELA 1

Estoy apagada, nadie me ha dado la oportunidad de recibir la luz.

VELA 2

Estoy apagada porque tengo miedo a derretirme.

VELA 3

Estoy apagada porque no pude defenderme de las fuertes corrientes de aire del mundo.

NARRADOR

Y se preguntó muy preocupada:

VELITA

¿Podré yo encender otras velas? Y descubrió su vocación de apóstol de la luz. Entonces se dedicó a encender velas, de todas las formas, tamaños y edades, para que hubiera mucha luz en el mundo.
Enciende las velas apagadas…

NARRADOR

Cada día crecía su alegría y su esperanza, porque en su diario consumirse, encontraba velas por todas partes. Velas viejas, velas hombres, velas mujeres, velas jóvenes, velas recién nacidas…. Y todas bien encendidas.
Cambia a una velita muy pequeña…
Pasó el tiempo, mucho tiempo encendida y se acercaba el final, porque se había consumido totalmente al servicio de la luz…

VELITA

¡Qué bien, vaya vida más buena, estoy satisfecha de haber regalado mucha luz, de haberme consumido regalando mi luz!