Pan de Vida

Folleto anunciador “Ruta a la Colina de fuego”

Manuel tenía ya 16 años y como regalo tuvo lo único que él llevaba deseando durante meses: realizar la subida a la Colina imposible. Todo el mundo parecía estar de acuerdo en que aquella ruta de sólo un día proporcionaba una experiencia casi mágica.
Días antes de partir, su padre le dijo:
“Ocúpate de todo: tu billete para el autobús, chubasquero, calcetines de repuesto, dinero,…pero deja que yo me haga cargo de tu comida”

Mochila con flechas indicativas

Así Manuel, la noche antes de su marcha, metió en su mochila las cosas que él había preparado y también la bolsa azul que su padre le dio y que debía contener su comida. Mas o menos su mochila llevaba esto

Autobús

Ya el viaje en autobús a Manuel le resultó fascinante. Pasar por pueblos tan distintos, atravesar oscuros y largos túneles, contemplar campos de trigo hasta donde la vista alcanza, ver pacer con tranquilidad a las vacas en los verdes prados,…
Por fin llegó a su destino……

Bolsa azul con flechas indicativas

…..y viendo que las estrellas asomaban, pensó:
“Hora de cenar. ¿Qué me habrá preparado mi padre?.
Abrió la mochila, cogió la bolsa azul y comenzó a sacar cosas: …una tortilla, batido de chocolate, sándwich de pollo con mahonesa, rodajas de salchichón, patatitas y chetos,… ¡Humm que apetecible todo!

Bolsita

Mientras daba buena cuenta de la tortilla de patata miró con detenimiento el resto de comidas. Fue entonces cuando descubrió una pequeña bolsa trasparente con cierre hermético la cual había sido escrita con rotulador por su padre pero con una letra muy pero que muy difícil de entender
La cogió para ver que contenía. ¡¡¡Un mendrugo de pan!!! porque aquello era sin duda ¡¡¡un mendrugo de pan!!!.

Mendrugo

¡Vaya con mi padre!. ¿Qué querrá que haga con semejante migaja de pan?. Anda ya, con lo que tengo para cenar y ¿voy a llevarme esto al estómago?

Sol abrasador

Muy temprano, con el canto del gallo, Jaime comenzó su andadura. Todo parecía perfecto en aquel excitante camino y más aún cuando a media mañana llegó a un arroyo en el que poder remojarse. La caminata y el chapuzón le dieron hambre así que Jaime pensó que era el momento ideal para comer.
¿Dónde he dejado mi mochila?
Al levantarla del suelo le quemó. Lógico: la había dejado bajo un sol abrasador. ¡Uy, uy, uy! Al abrir la bolsa comprobó que su sándwich de pollo con mahonesa se había estropeado y que el chocolate se había fundido manchándolo todo; también la bolsita con el trocito de pan estaba manchado, si bien el interior permanecía limpio e intacto.
No importa. Me aguantaré un poco y comeré más tarde el salchichón. Y todavía me quedarán los snacks. Además, este sol tan agradable merece un sueñecito

Hormigas

Y dicho y hecho. Manolín se tumbó a la sombra de un árbol, se quedó dormido sin darse cuenta de que su mochila quedaba abierta y tirada en la hierba a merced de una compañía de hormigas deseosas de llevarse algo a su hormiguero. Escuchad el grito de Jaime al despertar
¡¡¡Aaaaaaaah. Hormigas. Mi salchichón…!!!
Elemental. Por un caminito se iba andando el salchichón mientras Jaime sacudía con fuerza la mochila para librarse de las intrusas. Únicamente la bolsita hermética del mendruguillo de pan estuvo a salvo en todo momento de aquellas ladronzuelas a lo que Jaime exclamó:
¡Increible!
Ya de tarde, cuando apenas quedaban unos kms para terminar la ruta, Jaime llegó a un río. A pocos metros había un puente pero nuestro protagonista se encontraba ya cansado y decidió que mejor pasar por encima de las piedras del rio y evitar así el paseo hasta el puente.
Salta de piedra en piedra hasta que…
¡¡¡Aaaaaaaah!!!
Resbalón y al agua. Y con él, la mochila. Jaime la revisa ya en la orilla
¡¡¡Horror!!! ¿Qué voy a cenar? ¿Patatitas y cheetos mojados? ¡¡Tengo hambre. No he comido nada en todo el día!!!

Luna y estrellas

Triste, desolado y agotado llega al refugio. Para llevarse a la boca sólo tiene el cachito de pan que le había acompañado toda la jornada. Esa noche, aquello a lo que no le había dado importancia e incluso de lo que se había reído, fue su único alimento.
Increíblemente se acostó saciado e…

Bolsita

...increíblemente a la mañana siguiente se sintió animado y con fuerzas. Se sintió lleno de vida.
Mientras esperaba el autobús de vuelta a casa, metió la mano en el bolso del pantalón y sacó la bolsita que había contenido su salvación.

Pan de Vida

Esforzándose en entender la letra de su padre, pudo al fin leer:
Pan de Vida