Cuenta una vieja historia, en una parroquia no muy lejana a la nuestra, con gente muy parecida a nosotros, que un día cualquiera, aparecieron varios individuos que se encontraban a la entrada con un anciano sentado en una esquina de la calle, a su lado estaba un joven que le observaba…
Pasó el primer hombre se acerca al anciano y le pregunta muy asustado:
Buen hombre, podría decirme que clase de gente viene a esta parroquia…
Antes dime tu ¿Y qué clase de gente vive en el sitio de donde tu vienes?
Pues en mi barrio vive gente muy buena, muy amable, muy sonriente, siempre alegre…
Pues verás, en esta parroquia te vas a encontrar el mismo tipo de gente buena, amable…
El hombre entró en la parroquia muy satisfecho con la respuesta de aquel anciano. Y el joven observaba…
Pasó un segundo hombre, que lo mismo que el anterior le pregunta al anciano:
Buen hombre, soy forastero y me gustaría saber que gente vive en este lugar.
Déjame que te haga yo una pregunta ¿Y qué clase de gente vive en el pueblo de donde tu vienes?.
Pues en el pueblo de donde yo vengo vive gente muy mala, muy cruel, malos vecinos que no piensan más que en hacerse daño…
Pues verás, en esta parroquia te vas a encontrar el mismo tipo de gente mala, muy mala y cruel…
El segundo hombre se marchó por su camino muy triste por la noticia que le había dado el anciano… El joven observaba un poco extrañado…
Este anciano está loco, no se da cuenta de lo que dice…
Pasó un tercer hombre, y al igual que los anteriores se paró delante del anciano y le preguntó:
Buen hombre, vengo de un sitio lejano y me gustaría saber que gente hay en esta parroquia, ¿Cómo son sus parroquianos?.
Antes de nada dime algo, ¿Y qué clase de gente vive en el sitio de donde tu vienes?,…
En mi pueblo vive gente muy solidaria, siempre dispuesta a ayudar a colaborar a compartir…
Pues verás, en esta parroquia te vas a encontrar el mismo tipo de gente justa y solidaria…
El tercer hombre siguió su camino, entró en la parroquia con ganas de conocer a sus gentes… El joven seguía observando, cada vez más extrañado y preocupado por el anciano, no sabía lo que decía…
Este anciano está loco, no se da cuenta de lo que dice…
Pasó un cuarto hombre, que como hicieron los anteriores se acercó al amable anciano y le preguntó:
Buen hombre, vengo de otras tierras, quiero quedarme en este barrio, podría decirme que gente vive aquí…
Dime una cosa, ¿Y qué clase de gente vive en el pueblo de donde tu vienes?, …
El lugar de donde vengo está lleno de gente muy egoísta, mezquina, tacaña… vaya gente imposible.
Pues verás, en este barrio te vas a encontrar el mismo tipo de gente mezquina y egoísta…
El cuarto hombre se marchó muy triste, había caminado tanto para encontrar el mismo tipo de gente… El joven que observaba ya no aguantó más, se acercó al anciano y le dijo:
Te llevo observando toda la tarde y no entiendo lo que haces, o estás loco o eres un mentiroso, a todos los visitantes que te preguntaban les respondías lo mismo que te decían, y eso no puede ser.
Ni estoy loco ni les he mentido, he dicho siempre la verdad.
Imposible, explícame como decir cosas tan contrarias es decir la verdad…
Muy fácil, mi joven amigo, en el camino de la vida vamos pasando por muchos sitios con gentes diferentes, pero en cada sitio solo vamos a encontrar aquello que llevamos en nuestro corazón: si soy bueno encontraré gente buena, si soy malo sólo veré gente mala…