QUIÉN SOY YO
Me miro y siento que soy témpano de hielo.
¿Y quieres venir por mí?
Observo mis días y son espinas levantadas
¿Y quieres nacer en mí?
Abro la casa de mi corazón y la encuentro desordenada
¿Y quieres sentarte a mi mesa?
Camino, lucho y busco de todo y por todo, menos a Ti
Y ¿todavía quieres salir a mi encuentro?
 
¿QUIÉN Y QUÉ SOY YO, SEÑOR?
Me levanto y siento que vivo mejor sólo y sin Ti
¿Y pretendes aún ser mi amigo, Señor?
Hablo y, en mis conversaciones, escasamente hablo de Ti
¿Y aún insistes en acercarte a mí?
Subo y bajo, disfruto y canto, lloro y sueño
¿Y sabes que raras veces lo hago por Ti?
 
¿QUIÉN Y QUÉ SOY YO, SEÑOR?
¿Qué tengo para que desciendas por una sima desagradecida?
¿Quién soy para que, año tras año, me recuerdes que me amas?
¿Qué soy para que, en la Nochebuena, te empequeñezcas tanto?
No sé, lo que soy, Señor.
Pero, en esta Navidad…ayúdame a descubrirlo
Enséñame el camino de la fe auténtica…para poder adorarte
Guíame con la estrella de los Magos….y pueda caer rostro en tierra
Sácame de mis pastos y valles…..y pueda vivir tu nacimiento
 
QUÉ ¿QUÉ SOY, SEÑOR?
Algo bueno debo de tener y, por eso mismo Jesús,
con Santa Isabel, digo y grito: ¡Bendita la Madre de Dios!
Esa Madre que, aun sabiendo de mi frialdad e indiferencia,
se digna visitarme para caldear la morada de mi corazón
para abrir las compuertas de mi conciencia
para ayudarme a descubrir que, Tú, eres el gran regalo de la Navidad.
Sólo sé, Señor, una cosa:
que me quieres… y que tu amor me hace sentir algo insuperable:
que te debo de importar mucho, cuando por mí, tanto haces.
Gracias, amigo y Señor.

MI ALEGRÍA ERES TÚ, SEÑOR
Vienes en silencio y tus pasos, Señor,
producen en mí, calma, seguridad y paz.
Necesito, Señor, un poco de tu mundo:
De tu gozo, para mi corazón triste
De tu alegría, para mi alma esquiva
De tu mano, en mis caminos inciertos
 
¡VEN, SEÑOR!
Y hazme recuperar la alegría perdida
El gusto por vivir, despertando cada mañana
La esperanza en tanta hora triste
Porque Tú, Señor, eres alegría
haz que mis dos ojos brillen
con el resplandor de la felicidad
con el encanto de la fe
con la virtud de la caridad
 
MI ALEGRÍA ERES TÚ, SEÑOR
Porque vienes y te sientas a mi lado
Porque compartes m condición humana
sabiendo lo frío, que tantas veces,
se encuentra mi corazón y mi pensamiento.
Porque, siendo Dios, apuestas fuerte por mí
Porque, estando en el cielo,
plantas tu tienda
en medio de tanta incertidumbre y viento
que sacude a nuestro viejo mundo
 
MI ALEGRÍA ERES TÚ, SEÑOR
Por eso te doy gracias y bendigo tu nombre
Espero tu llegada y preparo mi interior
Anhelo la Noche Santa de la Navidad
y afino las cuerdas de mi alma,
con la verdad, la espera, el silencio,
la humildad o la vigilancia.
Sólo sé, mi Señor, que mi alegría
con tu llegada y por tu Nacimiento
eres Tú, Señor.
Amén

SI ESTOY SENTADO, LEVÁNTAME, SEÑOR
 
Si dudo de tus promesas; levanta mi fe, Señor
Si aumentan mis pesares; alza mi ánimo, Señor
Si me acosan mil dificultades;
haz inmensa mi fortaleza, Señor
Si mi interior se acobarda;
reaviva mi espíritu, Señor
Si me ciegan los ídolos;
dirige mi vista hacia Ti, Señor
Si me enloquece la apariencia;
lleva mi corazón a Ti, Señor
Si mi cabeza se inclina; sostenla para poder verte
Si me encuentro esclavo;
rompe mis cadenas para poder caminar
Si me encierro en mí mismo;
reorienta mi alma hacia Ti, Señor
Si me conformo con lo que veo;
recupera mi afán de buscarte
Si sufro por la ansiedad;
alimenta en mí la conformidad
Si prefiero la comodidad;
llámame y ponme en pie, Señor
Si duermo y no te espero;
abre mis ojos y despiértame, Señor
Si me despisto y no te busco;
espabílame y condúceme, Señor
Si me equivoco de dirección;
recondúceme y reoriéntame, Señor
Si prefiero otros señores;
háblame y hazme ver tu grandeza
Si no tengo miedo a nada;
dame fe y dame tu santo temor
Si me creo único e invencible;
acércate y dame humildad
Si pasa el tiempo y desespero;
ayúdame y ven a mi encuentro en Navidad
Amén.

NO SOBRAS, SEÑOR Y REY
Pues aun naciendo en pesebre
nos recuerdas que, de este mundo arropado por la riqueza
será polilla, poco o nada en nuestro atardecer.
Nos recuerdas como Rey, Señor,
que siendo rico sólo te visitaron los pastores
Que teniéndolo todo, cerraste los ojos al mundo desnudo
abandonado y desprestigiado por todo hombre
Nos recuerdas que, teniendo altos tronos,
quisiste uno de madera y en forma de cruz
Y que, pudiendo tener un escuadrón velándote
tan sólo un mal ladrón y un buen ladrón también
te hicieron compañía en las horas de soledad amarga.
¡NO SOBRAS, SEÑOR Y REY!
Que, tus Palabras, en cada momento de nuestra vida
son sabiduría, fuerza, valor y esperanza
Que, tus miradas, cuando las nuestras ya no miran a nadie
son pregunta sobre el hermano que, tal vez, dejamos caer.
¡NO SOBRAS, SEÑOR Y REY!
Sobran, posiblemente, muchos “señores” y también algunos “reyes”;
señores que, sin serlo, infunden temor y miedo
y reyes que, siéndolo, no saben acompañar a su pueblo
Tú, Señor, no sobras: ¡ERES REY!
Si te fallamos, revístenos con la coraza de tu Gracia
Si caemos, levántanos con el cetro de tu fuerza
Si dudamos, clarifícanos con la nitidez de tu Palabra
Si te traicionamos, haznos comprender el error de nuestros pecados
¡NO SOBRAS, SEÑOR Y REY!
Sobran en estos pequeños reinos,
de peligrosos puentes elevadizos sobre el odio y la sangre
la sinrazón y la tristeza, la violencia y la angustia,
las horas amargas y los momentos de llanto
Faltan, Señor, en este reino de castillos todo fachada
la verdad y el amor, la justicia y el perdón,
la vida y la gracia, la hermandad y la ternura
¡FALTA TU REINO, SEÑOR!

COMO LA VIUDA, SEÑOR
Daré sin esperar nada a cambio
Ofreceré sin arrogancia
Dejaré sin pretensión de recompensa
 
COMO LA VIUDA, SEÑOR
Brindaré, incluso con la copa que necesite
Entregaré con sencillez
Huiré de la cantidad y cuidaré la calidad
 
COMO LA VIUDA, SEÑOR
Ofreceré con humildad y recogimiento
Procuraré sin buscar engaños
Dejaré de lo mío para otros
 
COMO LA VIUDA, SEÑOR
Prestaré lo que otros no dan: lo imprescindible
Ofreceré lo que otros te niegan: su ser
Dejaré lo que otros se guardan: su corazón
 
COMO LA VIUDA, SEÑOR
Te ofreceré mi vida para que, sólo Tú, la juzgues
Te ofreceré mis bienes, porque sé que son tuyos
Te ofreceré mi sustento, porque sé que Tú lo haces posible
Ponga mi vida en tus manos
 
COMO LA VIUDA, SEÑOR
Caminaré sin arrogancia ni seguridad en mí mismo
Caminaré sin miedo a encontrarte
Caminaré dispuesto a facilitarte lo que más necesites
 
COMO A LA VIUDA, SEÑOR
Mírame y condúceme
Hazme desprendido y sencillo
Dame la valentía de darte lo que más me cueste
Inspírame el gesto y la palabra oportuna
Y, si quieres, Señor, arranca de mí incluso aquello
que, por comodidad o egoísmo, busco y amarro para poder vivir.
Amén.

¡SEÑOR…QUE PUEDA VER!
Que sea consciente de las cegueras que salen a mi encuentro
Que esté dispuesto, siempre que haga falta,
a reconocer que el mejor oftalmólogo para mis ojos eres Tú;
que la escucha del Evangelio es la mejor receta,
la eucaristía el colirium más saludable y certero;
la oración la mejor intervención quirúrgica para saber
hacia dónde y cómo mirar;
una iglesia la mejor consulta para la miopía.
 
¡SEÑOR…QUE PUEDA VER!
Es el mundo quien al borde del camino
necesita una palabra de aliento
Es la humanidad arrogante y hedonista pero vacía
Es el ser humano que quiere
y no puede dirigirse en la dirección adecuada
Es la tierra que en un afán de verlo
y entenderlo todo se niega a la visión de Dios
Es el grito de aquellos que queremos estrenar
“gafas nuevas” para andar por caminos nuevos sin miedo a caernos.
 
PEDIR LO IMPOSIBLE
Que no seamos como aquel hermano nuestro que, no reconociendo la disminución en su vista, al pasar por delante de una consulta médica y confundiendo un árbol con un peatón le dijo: “yo no necesito ningún oftalmólogo…gracias a Dios veo muy bien”.
La FE, entre otras cosas, son los OJOS para situarse ante las personas,
ante los acontecimientos de la vida,
ante nosotros mismos, ante las dificultades
o los éxitos con una dimensión más profunda y verdadera: JESUS.
Que, como Bartimeo, pidamos a Dios incluso lo imposible:
la vista en medio de tanta oscuridad.
Pero, sobre todo, y que al igual que Bartimeo,
cuando abramos los ojos,
lo primero que veamos sea el rostro de Jesús.
¡Feliz Día del Señor! ¡Que veamos!

ORACIÓN MISIONERA
Padre bueno, Dios rico en misericordia,
concédenos la gracia de seguir el camino
de los misioneros y misioneras.
Ellos nos enseñan a ser Iglesia "en salida",
a vencer la comodidad y el miedo,
a tomar la iniciativa, movidos por el Espíritu;
a salir al encuentro del otro para mostrarle
esa infinita misericordia de tu corazón
que ellos mismos han conocido.
 
Entregados a Ti en el servicio a los pobres,
muestran las puertas siempre abiertas
de la Iglesia:
el lugar de la misericordia gratuita,
donde se vive de amor
donde sentirse valorado, amado,
alegre por el perdón y alentado a vivir
según la vida nueva del Evangelio.
Señor, que aprendamos
de estos hermanos nuestros
a ser "discípulos misioneros",
testigos alegres de tu misericordia.
 
LUZ PARA LA HUMANIDAD
Sí, Señor, así te vemos y así te sentimos
Desde el día de tu llegada a nuestro mundo
alegraste la noche oscura del hombre.
Lo hiciste en silencio, sin ruido
pero, en Belén, fuiste luz en medio
de un impresionante firmamento estrellado.
 
Tú, Señor, eres la luz del mundo
Entonces ¿qué somos nosotros, Señor?
Somos pequeñas luces, de tu inmensa luz
Somos pequeños ríos, de tu inmenso mar
Somos pequeños destello, de tu inmenso sol
 
Eres, Señor, luz de la humanidad
Quien a Ti escucha, encuentra alivio
Quien a Ti sigue, se siente protegido
Quien a Ti bendice, queda engrandecido
sobrecogido y enardecido por tu presencia, Señor.
Nunca, nuestra tierra,
cesará de darte gracias por tu Palabra
Por poner esperanza a nuestro lado
Por sembrar ilusiones en nuestros senderos
Por levantarnos, con y por tu Palabra,
cuando nos sentimos decepcionados,
engañados o humillados
por tanta palabra y bisutería que ofrece el mundo.
¡Gracias, Señor!
 
Sigues siendo luz de muchos pueblos
Horizonte de muchas metas
Vida de muchas vidas
Orgullo de millones de hombres y mujeres
que, sintiendo la peligrosa noche,
saben que Tú sigues siendo… la LUZ.
Amén

¿SOY JOVEN RICO?
 
Mírame, Señor, y dime si es cierto:
¿Cumplo contigo, pero me reservo parte de mi gran capital?
¿Vivo en tu amor, pero tengo otros cariños
que tienen ruido material?
¿Pregunto por Ti, pero a continuación, miro en otra dirección?
 
Mírame, Señor, y dime si es cierto:
¿Te miro, y por momentos, siento que algo no funciona en mí?
¿Tengo más de lo que necesito?
¿Añoro más de lo que tengo?
¿Vivo demasiado pendiente de lo que nunca podré obtener?
Acaso, Señor ¿no es eso riqueza también?
 
Mírame, Señor, y dime si es cierto:
¿Soy rico o pobre?
¿Tengo interés por el cielo o simple curiosidad?
¿Te pregunto por saber o, tal vez por quedarme tranquilo?
¿Me acerco por quererte o, porque he oído algo de Ti?
 
Mírame, Señor, y muéstrame la exigencia de la fe
El ser libre para caminar junto a Ti
Y, sobre todo, Señor,
ayúdame a descubrir “esa cosa” que me falta
para que pueda entrar por esa puerta estrecha
que conduce a ese lugar de inmenso espacio
de alegría y de eternidad.
 
¿Lo harás, Señor?
Y, si por lo que sea, Señor, tu respuesta
no me gusta o me sorprende,
no dejes que me pierda en la riqueza que,
cuando muera, será pobreza
incapaz de ganar tan divina riqueza.
Amén.

¡PARA SIEMPRE, SEÑOR!
 
Aunque me digan que es imposible… para siempre, Señor
Aunque me digan necio… para siempre, Señor
Aunque me confundan… para siempre, Señor
Aunque sobrecojan las dudas… para siempre, Señor
Aunque pensé en otra cosa… para siempre, Señor
Aunque me cueste amar… para siempre, Señor
Aunque lo vea difícil… para siempre, Señor
Aunque se oscurezca el horizonte… para siempre, Señor
Aunque no encuentre lo que busque… para siempre, Señor
Sí, amigo y Señor;
Haz que, mi amor, sea ¡para siempre!
 
Y haz que, mi amor, sea un amor divino
Un amor que brota en el cielo y se rompe cuando toca la tierra
Un amor que perdona las veces que haga falta
Un amor que no es un juego sino una vida
Un amor que no es un capricho y sí bien vivido
Un amor que, cuanto más se da, más crece
Un amor que, cuanto más se ofrece, más devuelve
Un amor que, cuanto más se cuida, se convierte en un gran gigante
Sí, amigo y Señor;
Sigue bendiciendo mi casa, mi matrimonio y mi familia
Para que nunca falte la luz que clarifique la oscuridad
Ni el viento que disipe la tormenta
Ni el amor que todo lo comprende y lo soluciona
Y, cuando me asolen los intentos de lapidarlo,
Sal a mi encuentro, Señor,
Para que comprenda, una vez más, que sin amor,
La vida no merece la pena ser vivida.

AYÚDAME, SEÑOR
Ayúdame, Señor, a mirar con respeto
las cosas que existen a mí alrededor
las iniciativas que, otras personas, las crean con esfuerzo y valor
 
Ayúdame, Señor, a mirar con agrado
a descubrir que, todo lo que hago, es inspiración tuya
y, aquello que lo que los demás promueven, puede ser signo de tu presencia.
 
Ayúdame, Señor, a mirar con amor:
a ir al fondo del tesoro más valioso
a sentirme tan cerca de ti
que, todo, lo estime poco comparado contigo.
 
Ayúdame, Señor, a expulsar de mi interior
los espíritus inmundos que me impiden vivir en paz conmigo mismo.
Ayúdame, Señor, a no apropiarme de tu nombre exclusivamente
a dejar que, otros, puedan descubrirte y
entrar por la gran puerta de tu salvación
a reconocer que, otros, están en el camino del evangelio
por sus obras y palabras.
 
Ayúdame, Señor, a no sentirme peor ni mejor que nadie
a disfrutar de mí amistad contigo
a no poner etiquetas de “estos son buenos” o “estos son malos”
 
Ayúdame, Señor, a no encerrarme en mi pequeño mundo
a abrirme, sin miedo ni complejos, a los que puedan
enseñarme tu recto camino
 
Ayúdame, Señor, a no monopolizar mi trato contigo
a valorar otras vertientes evangelizadoras que,
a mí, me puedan parecer estériles.
 
Ayúdame, Señor, a descubrir en todas ellas
los signos de tu presencia divina.
 
Ayúdame, en definitiva, Señor,
a no considerar que, lo mío, es lo único que vale
y, aquello que los demás realizan, es despreciable.
Ayúdame, Señor.

¡QUIERO SER IMPORTANTE, SEÑOR!
 
Olvidándome de mí mismo para que, otros,
puedan crecer y vivir dignamente.
Entregándome con generosidad y alegría
sintiéndome agraciado por ser el último.
Ofreciéndome, aún a riesgo de ser ridiculizado,
en la defensa de las causas que se dan por perdidas.
 
¡QUIERO SER IMPORTANTE, SEÑOR!
Pero como Tú lo fuiste:
amando sin desmayo, sin tregua ni límite
aportando a este mundo un poco de fe y de esperanza
sabiendo que, tu presencia,
es garantía de que, lo pequeño,
es esencial para entrar por las puertas del cielo.
 
¡QUIERO SER IMPORTANTE, SEÑOR!
Pero no con la medida del mundo
Que aprenda, oh Jesús,
a invertir tiempo, sudor y esfuerzo
en lo que aparentemente no produce fruto.
En el campo que, por ser duro y árido,
nadie quiere ofrecer sus pies ni sus manos
En los rostros que, porque reclaman justicia,
son desterrados y dejados de lado.
 
¡QUIERO SER IMPORTANTE, SEÑOR!
A tu estilo y con tu mano
Poniendo valor donde abunde la debilidad
Colocando tu Palabra donde reine la confusión
Llevando tu persona donde nos sometan otros dioses
Anunciando tu venida
donde otros proclamen el vacío o el absurdo.
 
¡SÍ! ¡ASÍ, SEÑOR! ASI DE IMPORTANTE YO QUIERA SER
Al contrario de lo que el mundo pretende
Como un niño en tus manos
Como el evangelio, de día y de noche, me recuerda y me dice.
Amén.

NO ME PIDAS DEMASIADO, SEÑOR
 
Porque tengo miedo a perderte si,
en el camino vislumbro piedras y encrucijadas.
Porque, mi vida, a veces cómoda y caprichosa
se mueve más con los impulsos del tic tac del mundo
que con el agua de la fe.
 
NO ME PIDAS DEMASIADO, SEÑOR
Porque, temo decirte que “te amo”
Cuando, tal vez, sin quererlo o sabiendo
me amo demasiado a mí mismo
alejándome de ti y de tus mandatos.
Porque, diciéndote que “te quiero”
me cuesta manifestar públicamente
que, tu camino y mi amistad contigo,
no siempre ha de estar lleno de aplausos
ni reconocido por los poderes del mundo
¡NO ME PIDAS DEMASIADO, SEÑOR!
 
Digo “creo en Ti” y miro hacia otro lado
Proclamo “espero en Ti” y me guío por otras estrellas
Grito “eres lo más grande”
y te dejo, pequeño e insignificante, con mis obras.
Como Pedro, Señor, yo te digo que tú eres el Hijo de Dios
El que rompe los ruidos de los cañones, con tu paz
El que resquebraja la violencia, con tu fraternidad
El que dinamita el odio, con la fuente de tu amor
Por eso, Señor, no me pidas demasiado.
Pero, ayúdame, a crecer en mi trato contigo
A descubrirte como la fuerza más poderosa
Como el Señor ante otras decenas de señores
Como lo más querido en mi vida y en mi corazón.
Amén

¡TÓCAME, SEÑOR!
 
Para que oyendo, como Tú quieres,
sepa escuchar con nitidez lo que me dices.
Y si a veces, Señor, vuelvo la cabeza
haz que, de nuevo, con la veleta de la fe
me marques el sentido de mi vida.
¡Perdóname, Señor!
Cuando te escucho y finjo no haberlo hecho
Cuando te escucho, y pienso que no es para mí
Cuando te escucho, y me hago el sordo
 
¡TÓCAME, SEÑOR!
Porque, si me toca sólo la mano del mundo
siento que me pierdo la mejor parte de Ti
Creo apartarme del camino verdadero
Escucho aquello que sólo a unos interesa.
 
¡TÓCAME, SEÑOR!
Y despiértame de mi letargo espiritual
para que, volviendo otra vez a Ti,
pueda entender que sin Ti
todo es vacío, ansiedad y sufrimiento
 
¡TÓCAME, DE NUEVO, SEÑOR!
Porque, a veces, estoy demasiado tocado
por las manos de un mundo caprichoso
de una sociedad corrompida
de un ambiente que no me deja oír
lo que me produce paz y alegría sin límites
 
¿ME TOCARÁS, SEÑOR?
Ábreme mis oídos, que te escuche
Mis manos, que me dé
Mis ojos, para que vea
Mis pies, para que camine
Mi conciencia, para que nunca te olvide
Amén

TÚ ERES MI LEY, SEÑOR
 
Mi esperanza, en los momentos de fracaso
Mi alegría, en las heridas que producen la tristeza
Mi fortaleza, cuando la debilidad asoma y se cuela
por la ventana de mi existencia
 
Eres mi ley, Señor;
Contigo aprendo a distinguir entre el bien y el mal
A separar la verdad de la mentira
A diferenciar la humildad de la soberbia
El pecado de la perfección
 
Porque, Tú eres mi ley, Señor
Te pido que nunca me olvide de Ti
Que nada ni nadie distraiga mi atención
y pueda, en la medida de mis posibilidades,
ser instrumento de tu amor y de tu gracia.
 
Porque, Tú eres mi ley, Señor
Te pido que me ayudes:
a cumplir con rectitud tus mandatos
a meditarlos día y noche
a llevarlos constantemente en mi pensamiento.
Pero sobre todo, Señor,
 
Porque tú eres mi ley,
ayúdame a que ningún otro precepto
esté por encima de Ti.
Que ley alguna suprima tu nombre
Que interesadas leyes se conviertan
en un muro que me impidan el verte
que me impidan el encontrarte.
Y si algún día ocurriera, Señor,
que la letra fuera más grande que tu presencia
ayúdame a borrar de mi memoria
todo aquello que me obstaculiza
amarte y entregarme a ti con todo el alma.
Amén

VOY CONTIGO, SEÑOR
 
Porque eres el único que permanece,
la verdad que nos hace libres
el sol que, más allá del que alumbra en lo alto,
nos alumbra una eternidad en el cielo.
Te lo prometo, Señor; yo no me voy
Porque, en el mundo, cambian muchas cosas
Lo que es amor, luego se convierte en egoísmo
Lo que es gratuito, a continuación es alto precio.
Tú, en cambio Señor, cumples lo que prometes
con un amor leal, legal y sin límites.
¿Se puede pedir algo más santo y bueno, Señor?
 
VOY CONTIGO, SEÑOR
Porque, en medio del recio viento,
eres veleta que orienta para no perderme
Porque, en medio del bravío mar,
eres timón seguro que siempre lleva a buen puerto
Porque, si miro hacia atrás,
sé que el arado que agarra mis manos
no podrá trabajar con la misma fuerza y hondura
que mirándote a los ojos, Señor.
 
VOY CONTIGO, SEÑOR
Ayúdame a no desertar, a no alejarme de Ti
Te doy las gracias,
por la libertad que me ofreces para seguirte
Te doy las gracias,
porque, aún en medio de tanta seducción,
sigues optando por mí,
sigues esperando mi respuesta
sigues añorando mi presencia.
 
VOY CONTIGO, SEÑOR
Ayúdame a cumplir con este reto,
con esta firme propuesta:
quiero estar contigo, Señor
Quiero estar a tu lado, siempre, Señor.

PAN VIVO, EN UN MUNDO MUERTO
 
Fortaleces, con tu pan,
al que hambriento de otros panes
cae bajo el peso de su propia debilidad.
Nos sacias, Señor, con tu ternura
y, cuando falla el calor humano,
te haces encuentro, caricia,
abrazo, respuesta y amor entregado
 
Eres pan vivo, Señor,
en un mundo que, creyéndose seguro,
es zarandeado al viento de su propio egoísmo.
 
Eres pan vivo, Señor,
que, cuando se recibe con fe,
produce el milagro del amor sin farsa
el milagro de la fe sin fisuras
el milagro de las manos abiertas
el milagro de darse sin agotarse
Eres pan vivo, Señor,
y quien te recibe, vive eternamente
quien te recibe, cree y espera
quien te come, ama y se entrega
quien te comulga, perdona y olvida
 
Eres pan vivo, Señor;
ayúdame a responderte con mi fe
enséñame a ver más allá de mí mismo
condúceme hasta tu regazo
para que, allá donde yo vaya,
siempre contigo me encuentre.
Y, cuando yo crea sentirme demasiado vivo,
haz que, con tu pan,
comprenda que el mundo
está demasiado muerto
cuando es incapaz de reconocerte
como el pan vivo y verdadero sustento.
Amén.

ORACIÓN DE FIN DE CURSO
 
Señor Dios, llegamos al final de un camino.
Gracias por el regalo de la vida.
Por lo que hemos aprendido y por lo que hemos compartido.
Gracias, porque a pesar de nuestra ingratitud siempre estás con nosotros.
 
Perdón, Señor, por el tiempo perdido, por el dinero mal gastado,
por lo que pudimos hacer y no hicimos, '
y por lo que dejamos de hacer por ignorancia o pereza.
Por la palabra estéril o por el amor no reconocido.
 
Perdón por el trabajo mal hecho, y por nuestras faltas de caridad.
Perdón por vivir algunos días del curso sin entusiasmo.
 
Hoy, que estamos terminando el curso parroquial,
venimos a pedir tu bendición y tu protección
para nosotros y nuestras familias,
y para todos los formamos la parroquia:
niños y adultos, hombres y mujeres.
 
iDanos Tu luz!, para volver con ilusión el próximo curso.
Ayúdanos a crecer con prudencia, con claridad y con sabiduría.
 
Queremos vivir cada día, de aquí en adelante, con optimismo y bondad,
llevando el corazón lleno de amor y esperanza.
Enséñanos a perdonar, y a tener las manos listas para compartir.
Cierra nuestros labios y nuestro corazón a la mentira y a toda maldad.
Aléjanos de la envidia, del egoísmo y de la mala conciencia.
Danos un corazón puro y sencillo, preparado para el auxilio y al perdón.
 
Ábrenos el camino a nuevas oportunidades:
Para que podamos colaborar con nuestro esfuerzo
A la vida de nuestra parroquia.
 
Haz que nuestro espíritu esté guiado por la caridad,
que nuestros labios tengan palabras de bondad y gratitud,
que derramen paz y amor a nuestros hermanos,
para que todos reconozcan Tu presencia en nuestras vidas.
 
Danos, Señor, para este tiempo de descanso, ilusiones renovadas,
un verano lleno de amor y bondad,
que estemos unidos en permanente entrega de nuestros talentos,
puestos siempre al servicio de Dios y de los hombres.
Líbranos, Señor, de la tibieza, de la pereza y de la superficialidad.
Amén

¿POR QUE SOY TAN COBARDE, SEÑOR?
 
Me dijiste que eras el camino,
y prefiero marcha por otras sendas
que me aportan inseguridad y egoísmo
Me dijiste que eras la vida,
y, en cohetes de muerte,
prefiero montarme para anhelar
una alegría efímera
una explosión placentera
un momento de felicidad, que dura,
tanto como el tiempo en que se quema la pólvora.
 
¿POR QUÉ SOY TAN COBARDE, SEÑOR?
Sólo me pides fe
y te respondo con promesas
Con un “mañana te seguiré”
Con un “tengo miedo”
Sólo me exiges confianza
Y prefiero mirar hacia otro lado
Porque, bien sé mi Señor,
que seguirte entraña
el armarse de valor y de fuerza
de valentía y de audacia
de perseverancia y de intrepidez
 
¿POR QUÉ SOY TAN COBARDE, SEÑOR?
¿Por qué me asusta tanto el navegar en tu barca?
Dímelo, Señor.
Ayúdame a vencer mis miedos
A surcar los mares de tantas dificultades que me asolan
A no quejarme de que los tiempos pasados
fueron mejores que los que ahora yo vivo.
De ti me fío, Señor, y en Ti confío:
No me dejes de tu mano, me ahogaría
No dejes que palidezca mi fe,
necesito de luz para avanzar en mi camino.
No me des demasiadas seguridades
pero, Señor, sí que te pido
que Tú seas mi seguridad, mi baluarte,
mi esperanza, mi riqueza,
el mar por el que yo avance
con los remos de mi fuerte fe.
Y, si además Tú quieres, Señor,
haz que mi fe sea como una brújula
en medio de tantas tormentas.
Amén.

MÍRAME, SEÑOR, Y NO DEJES NUNCA DE MIRARME
No dejes, nunca, de mirarme, Señor
porque, donde Tú miras, sé que se encuentra el pozo de la felicidad.
¿Qué tiene tu mirada, Señor?
¿Por qué, hundiéndose tus ojos en el suelo, no dejas de poseer tu corazón en el cielo?
 
No dejes, nunca, de mirarme, Señor
porque, de la manera en que Tú miras
uno se encuentra con la paz sin fisuras
con la sabiduría que viene del cielo
con la serenidad que necesita nuestra existencia.
 
¿Por qué me miras, así, Señor?
Indigno soy de tu mirada, Señor.
Me propones caminos de vida,
y elijo los que conducen a la muerte
Me susurras palabras de aliento,
y me disipo en el ruido
Me acaricias con mano de amigo,
y mendigo aquellas que no me ofrecen nada.
 
Mírame, Señor, y no dejes nunca de mirarme.
Porque, el camino, cuando Tú marchas delante
es menos árido y menos complicado
Porque, la senda, cuando es iluminada
por tu presencia
se convierte en vida y esperanza,
ilusión y agradecimiento.
 
Mírame, Señor, y no dejes nunca de mirarme.
Para que mi corazón, junto al tuyo siempre,
se agite con movimiento ascendente, hacia el cielo
y en ritmo descendente, hacia la tierra.
 
¿Por qué me miras, así, Señor?
¿Qué tengo yo de noble para que tus ojos
se detengan en mí?
¿Qué has encontrado en mi vida
para que, por un solo instante,
sea yo merecedor de tanto amor y de tanta gracia?
No me importa, Señor;
Aquí tienes mi fragilidad y mi angustia
mis temores y mi cobardía
mi dureza y mis egoísmos
mis luchas y mis contradicciones
mis flaquezas y mis caídas.
 
Mírame, Señor, y no dejes nunca de mirarme.
Porque, cuando Tú miras,
sé que el futuro ya no será tan incierto
ni tan difícil soportarlo
Sé que el presente estará más lleno
de plenitud y de luz
Sé que el pasado, ya no contará
por los errores cometidos.
 
Mírame, Señor, y no dejes nunca de mirarme
Y, cuando me mires,
déjame, siquiera un segundo,
acercarme a tu corazón y,
luego, seguir adelante.
Amén

¡LLÉNANOS DE TI!
Que, como cántaros resquebrajados por los golpes de este mundo
necesitamos ser renovados por tu Gracia.
Que, como ríos que antaño corrieron frescas aguas,
hoy sentimos que secas están los caudales de nuestras venas
y sucias las arterías de nuestra existencia.
 
¡LLÉNANOS DE TI!
De tu Misterio que es Padre, Hijo y Espíritu!
De tu Paternidad que nos aguarda en el cielo
De tu humanidad que la sentimos nacer en Belén,
crecer en Nazaret, morir en Jerusalén
y resucitar de la fría e ingrata losa
De tu presencia que es voz y es silencio,
es calor y es fuerza, es alegría y es gozo
 
¡LLÉNANOS DE TI!
Que orientados por ideas mezquinas
vivimos en un sin vivir y sin rumbo alguno
Que creyéndolo tener todo
no poseemos lo más necesario e imprescindible:
la vida de Dios para el hombre
el futuro más allá de este presente
y la fe antes que las dudas que nos pervierten
 
¡LLÉNANOS DE TI!
Para que seamos uno y todos a una
y entonces, sólo entonces,
podamos presentarnos ante lo que acontece
como consuelo y respuestas a un mundo que es viejo
Para que, nuestro soplo, además de ser humano
tenga aliento divino, fraterno y eterno.
Para que, nuestros pasos, lejos de metas cortas
sean huella de lo que más allá del sol y de las estrellas aguarda
 
¡Sí! ¡LLÉNANOS DE TI!
Para que nuestra vida sea canto de Dios
testimonio de Cristo
y presencia del Espíritu Santo
Amén.

¡POR TU NOMBRE, SEÑOR!
 
Echaré las redes de mi vida,
para que otros tengan savia y en abundancia
Esperaré a que el sol se imponga sobre las tinieblas
y comprender que, no hay noche que dure una eternidad
Miraré al fondo de los acontecimientos
y confiare en que, Tú y sólo Tú,
eres quien iluminas las sombras de la existencia humana
 
¡POR TU NOMBRE, SEÑOR!
Me desgastaré, en cuerpo y alma,
para llevar almas y corazones a tu encuentro
para que, el mundo, tan colapsado de cosas
como vacío de sentido
recupere la alegría que nos ofrece tu ser resucitado
 
¡POR TU NOMBRE, SEÑOR!
Mantendré firme mi amor y fe en Ti
para, luego, ser ardiente antorcha
que irradie luz y paz allá donde me encuentre
Mantendré firme mi esperanza en Ti
para que, el hombre que busca y no encuentra,
sepa que en Ti encontrará siempre una respuesta
 
¡POR TU NOMBRE, SEÑOR!
Te amaré hasta el final y, amándote como Tú mereces,
sembraré de fraternidad y de perdón mis caminos
de alegría y de belleza los corazones de los que te anhelan
de regocijo y de seguridad
los rostros cansados de tantos caminos retorcidos
Amén

TE VISTES DE HUMILDAD, SEÑOR
 
En pollino, pequeño y renqueante,
irrumpes en la ciudad de la paz
pasas por delante de los muros que verán impasibles
cómo se mata al Profeta entre los profetas
TE REVISTES DE HUMILDAD, SEÑOR
Preámbulo de victoria y, a la vez Señor,
aparente derrota o contradicción:
¿Es así como arrolla el Hijo de Dios?
¿Es así como vence el amor?
TE REVISTES DE HUMILDAD, SEÑOR
Y, con laureles en las manos,
los que somos menos humildes
cantamos, pregonamos y proclamamos:
¡Hosanna al Hijo de David!
¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!
¡Paz al mundo! ¡Paz! ¡Paz!
TE REVISTES DE HUMILDAD, SEÑOR
Y, en nosotros como en los que te aclamaban entonces,
se cumple todo lo que esperábamos de Ti.
Hoy, Señor, bien lo sabes
se mezcla en esta fiesta de la alegría
la vida, y la peregrinación hacia la muerte
el júbilo, y la cruz que se levanta invisible en el monte
nuestro deseo de seguirte
y la cobardía de los que huiremos en la tarde del Jueves
Déjanos acompañarte, Señor
Déjanos subir contigo a la ciudad santa
Déjanos servir como Tú lo haces
TE REVISTES DE HUMILDAD, SEÑOR
Y, por encima de la multitud de ramos y palmas,
se divisan las horas con más pasión y amor
por ningún hombre, jamás vividas.
Vamos contigo, Señor, hasta el final
Vamos contigo, Jesús, hasta el Calvario
Nos arrancarás de la muerte, con tu muerte
Con tu cruz, nos redimirás
Nos resucitarás, con tu resurrección
TE REVISTES DE HUMILDAD, SEÑOR
y….te decimos: ¡HOSANNA! ¡HOSANNA!

MI ALMA SE AGITA, SEÑOR
 
Cuando llega la hora de la verdad,
y siento que no tengo tantas fuerzas
para defender tú Reino.
Porque me cuesta renunciar a mi “YO”
y decirte que soy todo tuyo, Señor.
MI ALMA SE AGITA, SEÑOR
Porque, lejos de ser trigo que muere,
pretendo ser flor que nunca se marchita
que no quiere perder ninguno de sus pétalos
que, lejos de renunciar a su hermosura,
la quiere salvar a toda costa.
MI ALMA ESTÁ AGITADA, SEÑOR
Porque para dar fruto,
me dices que, primero, hay que desaparecer
Porque para darte gloria,
me recuerdas que he de sucumbir
Porque para, ser de los tuyos,
he de alejarme de muchos de los míos.
MI ALMA ESTÁ AGITADA, SEÑOR
¿Qué te diré? ¿A quién clamaré?
¿A dónde iré? ¿Merece la pena, Señor?
Como Tú, Señor, también yo digo:
Líbrame de aquellas horas
que me producen pena y llanto
Evítame las cruces excesivamente pesadas
Condúceme por los caminos
no inhumanamente estrechos.
Pero, eso sí, Señor;
No se haga mi voluntad
Porque, sé mi Señor,
que todo lo que me pides y me das
que todo lo que pones bajo mis pies
es porque, previamente, Señor
sabes que lo puedo soportar
y por Ti entregar.
MI ALMA ESTÁ AGITADA, SEÑOR
Pero sé que, hoy siempre,
la esperanza que tengo en Ti
no me defraudará.
Amén

QUIERO SER TU TEMPLO, SEÑOR
 
Para que, en el sagrario de mi corazón,
habites y hables dándome el calor de tu Palabra.
Quiero, Señor, que vuelques la mesa de mi orgullo
y sea dócil al soplo de tu Espíritu.
Sí, Señor;
 
quiero ser un templo de tu presencia
para que levantes en mí la verdad y la justicia
la paz y la alegría, el amor y la misericordia.
Un edificio en el que sólo tengas cabida Tú
y, donde las piedras,
tengan el sello del perdón y la esperanza.
Un rincón en el que puedas reinar
y sentirte a gusto, un templo de tu propiedad.
Sí, Señor;
 
quiero ser un templo
del cual te puedas sentir orgulloso,
en el que no exista suciedad ni comercio alguno
en el que, Dios, quiera siempre vivir y nunca marcharse.
 
Quiero ser tu templo, Señor
Edificado sobre tus diez mandamientos
Señalado con la cruz redentora
Fortalecido con la sabiduría divina
Rejuvenecido por tu Gracia.
Sí, Señor;
si Tú quieres
deseo y te pido me hagas templo vivo
para que, un día y contigo,
aun siendo destruido por la muerte
pueda resucitar de nuevo.
Amén

TUS AMIGOS, SEÑOR
Subiste al Tabor, y lejos de olvidarnos,
nos invitaste a escalar contigo.
 
¿Se puede pedir algo más, a un amigo, Señor?
Ascendiste al Tabor, y sin dejarnos de lado,
nos hiciste partícipes de algo, que lejos de ser sueño,
fue gloria, presagio, anuncio, pasión, muerte y futuro.
 
¿Se puede pedir algo más, a un amigo, Señor?
Te alejaste, por un momento, de los que solicitaban tu mano
para quedar sanos
tu mirada para recuperar la fe en su vivir
tus pisadas, para saber por dónde caminar.
 
¿Se puede pedir algo más, a un amigo, Señor?
Nos cogiste, Señor, y para que supiéramos lo qué era el bien
nos hiciste testigos de una Gloria
de un triunfo, de una cruz, de una pasión
y de una Resurrección que, a todos los que creemos, nos espera
 
¿Se puede pedir algo más, a un amigo, Señor?
Trepamos contigo, Señor, a la montaña
y, con nuestros ojos abiertos al Misterio
supimos que algo extraordinario ocurría delante de nosotros:
una voz del cielo, dos rostros conversando contigo y un cielo abierto
¡Qué bien, Señor, estábamos en ese momento!
 
¿Se puede pedir algo más, a un amigo, Señor?
Sólo sabemos, Señor, que somos tus amigos
y que, todos los domingos, en la Eucaristía
nos rescatas del mundo a la Gloria de Dios
del sin sentido, a la sensatez
de la mentira, a la verdad
de la debilidad, a la fortaleza
de la muerte, a la Resurrección.
Sólo sabemos, Señor, que algo bueno tenemos
cuando, siendo como somos,
compartes con nosotros estos momentos de bienestar para el alma y para la vida.
Amén.

CONTIGO EN EL DESIERTO, SEÑOR
 
Escucharé al silencio que habla
y la Palabra que resuena.
Me sentiré preparado para la misión
para así, ofrecerme hasta desgastarme
contigo y por Ti, mi Señor.
 
¿Por qué vas a un desierto, Jesús?
¿Qué te brindan la arena y las montañas
sin alimento ni nada con lo que sustentarte?
El desierto habla,
cuando el mundo calla
Hace al cuerpo y a la fe, fuertes y resistentes
ante tantas cosas que los debilitan
 
Llévame contigo al desierto, Señor
porque sin necesidad de estar
en la aridez de esa tierra desértica
también aquí y ahora soy tentado:
por el afán de tener
por el deseo del poder
por la ambición de ser adorado
 
Contigo en el desierto, Señor
seré fiel hasta el final
me prepararé a la dureza de la cruz
saldré victorioso frente al mal.
Romperé con aquella tentación
que me persigue como si fuera
mi misma sombra.
Dame, Señor, valor para triunfar sobre ellas
Concédeme, la valentía necesaria
para demostrarte mi fidelidad y mí entrega.
 
Quiero estar contigo en el desierto:
con Dios, fortaleza
con Dios, salvación
con Dios, poderoso
con Dios, santo
con Dios, único Dios.
Quiero subir contigo, Señor a celebrar tu Pascua, Señor
Amén.

¡ESTÁS DE NUESTRO LADO, SEÑOR!
Palpas nuestras miserias,
y nos levantas con tu mano,
mudas nuestra pobreza, en riqueza
nuestra desilusión en encanto
Derramas tu misericordia
y nos contagias con tu amor
Despliegas tu misericordia
y nos integras de nuevo
sanos, alegres y radiantes
en el mundo y en la realidad que nos rodea
 
¡ESTÁS DE NUESTRO LADO, SEÑOR!
!Cuando, el ambiente y las ideas,
no nos acompañan y nos dejan de lado
Cuando, por nuestra forma de ser,
por creer en Ti o ver el mundo de otra manera,
sentimos que nuestras voces
y hasta nosotros mismos
contamos poco o casi nada.
¡ESTÁS DE NUESTRO LADO, SEÑOR!!
 
Cuando no entendemos el volcán
de tantos dolores, injusticias, enfermedades,
llantos, soledades y heridas
que se estallan en la tierra y en el corazón del hombre
¡ESTÁS DE NUESTRO LADO, SEÑOR!
 
Y sentimos que, Tú como nadie,
sabes estar cerca de nosotros,
que te encanta vivir y compartir nuestras aflicciones
que sabes, como ningún médico lo hace,
acercarte a cada enfermo, a cada situación
y preocuparte, día y noche,
por aquel que sufre amargamente.
¡ESTÁS DE NUESTRO LADO, SEÑOR!
 
Por eso, porque estás junto a nosotros,
sentimos que no es tan grande nuestra soledad
que no es definitivo nuestro abandono
que, con tu mano, sanas nuestras heridas
y las cargas, todas ellas, sobre tus hombros.
¡Gracias, Señor! ¡Estás de nuestro lado!

QUE NO ME OLVIDE, JESÚS
Que puedo curar, sin ser médico
Que puedo aliviar, sin ser medicina
Que puedo hacer sonreír,
sin tener el título de payaso.
 
QUE NO ME OLVIDE, JESÚS
Que el cariño que se da,
es salud para el que se encuentra enfermo
Que la palabra con amor,
es inyección para el moribundo
Que una visita, más pronto que tarde,
es bálsamo que disipa la soledad
 
QUE NO ME OLVIDE, JESÚS
Que, si avanzo por tus caminos,
el sufrimiento humano
no ha de ser ajeno a mi sendero
Que, si digo ser de los tuyos,
he de luchar contra la fiebre
de aquel que se encuentra endiosado
de aquellos otros que están perdidos
de otros tantos que se encuentran
postrados en la cama de su aflicción,
soledad, abandono, miserias,
desprecios, humillaciones o enfermedades
 
QUE NO ME OLVIDE, JESÚS
Que tu mensaje se mantiene vivo
no sólo en el árbol de la palabrería
sino en el fruto de las buenas obras
Que tu mensaje se difunde con fuerza
cuando nuestras manos son alivio,
esperanza y fuerza moral
para los que se sienten desarmados
y sin más horizonte que la muerte.
 
QUE NO ME OLVIDE, JESÚS
Que tus preocupaciones,
han de ser las mías
Que tus desvelos,
han de contar con horas de mis horas
Amén.

¡HABLAME CON AUTORIDAD, MI SEÑOR!
Para que, los tantos demonios que habitan en mí,
se dobleguen ante la fuerza de tu verdad.
Y la frescura de tu mensaje,
nuevo e interpelante, comprometido y valiente
me hagan comprender
que no existe otro camino, para llegar hasta Ti,
que el de la sinceridad
el de creer y vivir lo que uno dice.
 
¡HABLA CON AUTORIDAD, MI SEÑOR!
Y vea yo que, tus labios,
se mueven con la fuerza poderosa de un Dios
que, por hacerte siervo de su causa,
habla a través de Ti
bendice con tus manos
mira con tus ojos
ama con tu corazón.
 
¡HABLA CON AUTORIDAD, MI SEÑOR!
Pues, en medio de tanta palabra vacía,
necesito de alguna que me dé seguridad
claridad en el horizonte
firmeza en mis convicciones
convencimiento para seguirte.
 
¡HABLA CON AUTORIDAD, MI SEÑOR!
Pues bien lo sabes
que necesito una palabra salvadora
una fuerza que me reanime de mis males
una luz que me saque de mis noches
un mandato que se imponga y venza
sobre lo que me impide ser libre
para ponerme a tus pies y poder servirte.
 
¡HABLA CON AUTORIDAD, MI SEÑOR!
Pues sabes que soy débil en el camino
y que otros dioses intentan
convertirse en dueños de mi destino
Amén.

LLÁMAME PORQUE ES MI HORA, SEÑOR
Que, ahora más que nunca, tengo ganas de conocerte
y, siguiéndote como lo bueno y noble,
arrojar tantas redes que me convierten en esclavo.
¡Deseo tanto el encontrarte, Señor!
No pases de largo de la orilla de mi vida
y si por lo que sea no te respondo,
no dejes de insistir, Señor.
Tal vez, el ruido de la comodidad,
me impide salir o saltar con rapidez a tu camino
Tal vez, la seducción de lo fácil,
no me deja escuchar la dulzura de tu voz
Tal vez, mi mundo y mis caprichos,
me confunden y me mantienen en un mar sin fondo
en una habitación sin más vida que lo efímero
en una realidad que, mañana, ya no existirá.
 
¡LLÁMAME PORQUE ES MI HORA, SEÑOR!
Porque tengo miedo de que pases de largo
de que, viéndome tan ocupado en lo mío,
no quieras contar conmigo
Porque tengo miedo de que ilusionado por lo que veo
no distinga lo grande que es tu Reino
Porque tengo miedo de que amarrado en mis redes
no pueda soltarme a tiempo de ellas
y ser libre contigo para siempre.
 
¡LLÁMAME PORQUE ES MI HORA, SEÑOR!
Que, hoy más que nunca, me siento Iglesia
Que, hoy más que nunca, creo y espero en Ti
Que, hoy más que nunca, quiero dejar algo por Ti
Que, hoy más que nunca, deseo ser pescador
de otros mares y en otros puertos
Como padre o madre, sacerdote o labriego,
profesor o anciano, niño o joven, estudiante o contemplativo
arquitecto o religiosa, obrero o empresario…..
Pero siempre contigo, Señor.
¡Contigo y por tus mares!

DÉJAME BUSCARTE, SEÑOR
 
Y no dejes nunca de llamarme
no en la superficialidad donde no te escucho
y sí, en la profundidad de mi ser
donde el Tú y mi yo se abrazan.
 
DÉJAME BUSCARTE, SEÑOR
Porque, en el viento de la fe,
se sostiene tu llamada misteriosa
Y cuenta conmigo para algo
aunque, solamente Tú y sin mis débiles fuerzas
pudieras llevar adelante tu encargo.
 
DÉJAME BUSCARTE, SEÑOR
Para sentir que te sirvo y vivo
trabajando y respondiendo mil veces “si”
para ayudarte a llevar la carga pesada de tu Reino.
 
DÉJAME BUSCARTE, SEÑOR
Y conocerte para amarte
Y amarte para seguirte
aunque, el mundo, no me reconozca méritos
ni ponga aureolas a mis éxitos invisibles al ojo humano.
 
DÉJAME BUSCARTE, SEÑOR
Porque, cuando me llamas,
siento el privilegio de ser convocado
Porque, cuando pronuncias mi nombre,
sé que a algo bueno me invitas
Porque, cuando me interrogas: ¿Qué buscas?
Tú sabes que…sólo a Ti te añoro
Tú sabes que…sólo a Ti te quiero.
 
DÉJAME BUSCARTE, SEÑOR
Dejando todo aquello
que obstaculice el que yo te encuentre
Alejándome de los ruidos
que me impiden escuchar tu voz
Ayúdame a estar siempre inquieto:
en permanente búsqueda
Enséñame a estar contigo:
y conocerte para nunca olvidarte
Envíame para servir amando:
y, contigo, siempre salvando.

SOY DE LOS TUYOS
 
YO SOY DE LOS TUYOS, SEÑOR
Desde el día de mi Bautismo
en el que, Dios, me hizo hijo suyo
Cuando hago algo por los demás.
Cuando escucho tu Palabra
y siento que Dios me habla con palabras de amor
Cuando, sabiendo que soy débil,
miro al cielo para que Dios me ayude
 
YO SOY DE LOS TUYOS, SEÑOR
Si no dejo que nada ni nadie
me aleje de Ti
Si hago el bien a los que me rodean
aunque algunos les parezca poco o nada
Si, como Tú, Señor,
me dejo llevar por el amor de Dios.
Si, allá donde hablo y camino,
soy semilla de verdad, de justicia y de perdón
 
SOY DE LOS TUYOS, SEÑOR
Dame tu Espíritu para que, así,
no se apague en mí
lo que Dios en el día de mi bautismo
me regaló con tanta fuerza y amor:
su presencia.
 
SOY DE LOS TUYOS, SEÑOR
SOY TU AMIGO Y SIEMPRE LO SERÉ.