ORACIÓN POR LA PAZ
Santa María, Madre de Dios, Madre nuestra, Reina de la Paz,
coloco a tus plantas mi más sincero deseo de paz,
siendo consciente de que, por mí mismo,
nunca podré llegar a esa feliz realidad.
 
Por ello mismo, sabiendo que Tú, tan cerca estás y vives de Dios
te hago saber que confío en Ti para que, hablándole al Creador,
imprimas, en primer lugar, serenidad en lo más hondo de mi corazón
tranquilidad en mi pensamiento y en mi alma, fraternidad en mi familia,
semillas de concordia allá por donde mis pies caminen
por donde mi voz sea escuchada
semillas de bien, allá donde mis manos se desplieguen.
 
Tú, que eres experta meditando los susurros de Dios,
hazme estar en permanente comunión con El
y, así de esa manera, ofrecer su paz a este mundo nuestro.
Que Jesús, Señor que fue niño en Belén,
sea el centro y la razón de estos meses que ahora iniciamos.
Que no transcurra un solo día sin comprometerme en su reino
que no pase un solo instante sin desgastarme por su causa.
Tú, Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra
que te dejaste llevar por la fuerza del Espíritu Santo:
 
Ayúdanos a dejar atrás todo aquello que desafinó en nuestro pasado
A blanquear los puntos negros del ser y del obrar
de penumbras que quedaron atrás.
A rectificar los caminos que nos condujeron a batallas estériles
A transformar en hábitos de fraternidad los prejuicios de enemistad.
Haz, Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra
que este Año 2017, que ahora nos disponemos a iniciar,
apague lo negativo que se encendió durante el 2016
y que alimente todo lo bueno que conquistamos en él.
 
Que, la alegría y la paz que quiero y deseo tener por dentro,
sea un trampolín y un doble motivo
para trabajar por conseguir para mi tierra, mi ciudad, mi pueblo,
mi familia, mis amigos, mi parroquia la esperada PAZ.
Pide, Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra
que, el hombre, confíe, crea y espere más en Dios
y, entonces, la paz…vendrá por si sola.
Amén

¡CUIDANOS, SANTA MARIA!
 
Pasa la vida, Señor, y sentimos la necesidad
de agarrarnos a Alguien permanente,
a Alguien que nunca muera
a Alguien que nos espere
a Alguien que nos ayude
Sale a nuestro encuentro, Señor, un nuevo año.
Un nuevo año no exento de dificultades
Por ello mismo, Señor,
ponemos en las manos de tu Madre
nuestros deseos e inquietudes,
nuestra lucidez y nuestra entrega,
nuestros pasos y nuestros esfuerzos,
para que, en el mundo,
pueda brillar de una vez para siempre
la paz que vence a la guerra,
el amor que se impone al odio,
la esperanza que aplasta al derrotismo
 
Sí, Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra
necesitamos de tus cuidados para no morir,
recurrimos a tu mano para no sucumbir,
buscamos tu mirada para ver bien.
Deseamos tu pensamiento
para pensar correctamente.
Admiramos tu belleza
porque somos conscientes de que, por poco o nada,
vamos perdiendo la beldad
que se nos dio en el día de nuestro Bautismo.
 
Sí, Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra
consagramos este año 2016 a tu persona.
Eres pórtico de estos 365 días, recórrelos junto a nosotros
Eres dintel de estos 12 meses,
ayúdanos a ser cristianos fuertes y vigorosos.
Eres huella permanente en nuestra vida,
cuida de nuestra fe y de nuestra entrega.
Eres estrella que se enciende en la primera noche del nuevo año,
ilumina las sombras y las oscuridades que se abran en la azotea de nuestra felicidad
 
A Ti, Virgen Santa, Madre y Virgen
consagramos todos y cada uno de los próximos días, cada uno de los inmediatos meses
 
A Ti, Santa María, Madre de Dios,
elevamos nuestra oración sincera y nuestra plegaria confiada
para que, Tú, como Madre que nos conoce y quiere
nos cuide y, un día, ruegue por nosotros
ante Dios al cual esperamos y deseamos abrazar en el cielo.
Amén

BIENAVENTURANZAS DE LA NAVIDAD
 
Bienaventurada sea la Navidad,
porque nos trae la paz que el mundo no nos da.
Bienaventurada sea la Navidad,
porque lo grande lo convierte en pequeño.
Bienaventurada sea la Navidad,
porque una estrella ilumina el firmamento.
 
Bienaventurada sea la Navidad,
porque Dios toma la forma de humano.
Bienaventurada sea la Navidad,
porque las distancias se acortan.
Bienaventurada sea la Navidad,
porque el corazón del hombre se ennoblece.
 
Bienaventurada sea la Navidad,
porque los adversarios se dan la mano.
Bienaventurada sea la Navidad,
porque el amor desciende a la tierra.
Bienaventurada sea la Navidad,
porque los sencillos ven a Dios.
 
Bienaventurada sea la Navidad,
porque los pobres son ricos.
Bienaventurada sea la Navidad,
porque el silencio habla del Misterio de Dios.
Bienaventurada sea la Navidad,
porque la tensa calma, nos trae un acontecimiento: Jesús.
 
Bienaventurada sea la Navidad,
porque un Niño nos enseña el camino para ser felices: Dios.
Bienaventurada sea la Navidad,
porque, al nacer Jesús, es la Noche Buena más importante del año.
Bienaventurada sea la Navidad,
porque unos pastores nos enseñan su riqueza: la bondad.
 
Bienaventurada sea la Navidad,
porque unos reyes nos indican su realeza: sólo Dios es rey.

Bienvenido, Señor, esta es tu casa
Haz de nuestro mundo un hogar de pan y de paz
los hombres rompemos en pedazos la gran casa del mundo
reconstrúyela con tu nacimiento.
 
Bienvenido, Señor, a la tierra
haz de nuestro suelo, caminos de amor y de concordia
los hombres rompemos la gran partitura
que Dios compuso en el principio de la historia.
 
Bienvenido, Señor, en esta noche silenciosa
a un lugar donde habita y reina el ruido;
queremos escuchar palabras de amor, queremos ver el rostro de Dios,
queremos comprender que, para llegar hasta El,
hay que inclinarse y entrar pequeño en Belén.
 
Bienvenido, Señor, a nuestra miseria
¿Te das cuenta, Jesús, dónde has entrado?
¿Conoces, Jesús, el estado de nuestro corazón?
Aun así, Señor, ¡gracias por venir!
Eres la gran noticia de esta noche,
La luz que ilumina el camino incierto del hombre.
El Niño que, en el mundo, es salvación y futuro
 
Bienvenido, Señor, a este valle
Permítenos, como los pastores,
Ofrecerte lo que somos y tenemos
Déjanos, en el universo que rodea este Misterio,
Unirnos al coro de los ángeles y arcángeles
Nos postramos ante Ti, Señor,
¡Eres tan pequeño y tan grande! ¡Tan débil y tan fuerte!
¡Tan inocente y tan sabedor de lo que te espera!
 
¡Bienvenido, Señor, a nuestra tierra!
Protegedle, José y María,
La paz, el amor, la fraternidad, el mundo, el hombre...
Todo le espera y todos le necesitamos. Amén

HAS BAJADO, SEÑOR
 
Has cumplido lo prometido desde antiguo
Redoblan las campanas por tu nacimiento
Se emocionan los creyentes ante tu pesebre
Canta el músico lo mejor de sus villancicos
Endulza la mesa la madre
Se dan la mano los adversarios
Cesan los cañones de guerra
y estalla un grito unánime:
 
¡FELIZ NAVIDAD! ¡HAS BAJADO, SEÑOR!
Y, teniéndote tan cerca,
sentimos que no llegamos abrazarte lo suficientemente
Que te escapas, porque eres Misterio
Que te besamos, porque eres humano
Que estás en el cielo, porque eres Dios
y que te vemos en la tierra, porque eres Hombre
 
¡HAS BAJADO, SEÑOR!
Lo pregonan y lo celebran tus sacerdotes
Lo agasajan todos aquellos que, como los pastores,
dejan los rebaños de sus obligaciones
poniéndose en camino hacia Ti por diversos senderos
Nos lo ilumina la estrella, fugaz y temblorosa,
indicando a un mundo, frío y apático,
el camino que conduce hacia la GLORIA celeste
 
¡HAS BAJADO, SEÑOR!
Débilmente, cuando nosotros te esperábamos fuerte
Llorando, ante un mundo que gime desconsolado
Desnudo, frente a tanta riqueza
En un rincón, acostumbrados a tanto rascacielos
 
¡HAS BAJADO, SEÑOR!
Y lo haces por amor a tu pueblo,
por salvarnos y llevarnos a tu regazo
Por abrirnos horizontes y no dejarnos perdidos
Para poner tú tienda, en medio de nuestro desierto
¡HAS BAJADO, SEÑOR! ¡FELIZ NAVIDAD, SEÑOR!

CONVIÉRTEME, SEÑOR
Del ruido, que me impide escucharte,
a la paz que me permite sentirte con nitidez.
De la comodidad, que desfigura mi felicidad
a la sobriedad que necesita mi alma para no perderte
a la belleza interior como camino hacia la perfección
 
CONVIÉRTEME, SEÑOR
De mi voz, suave y tímida para pregonarte,
a un testimonio vivo, eficaz y valiente,
para proclamar que, como Tú,
nada ni nadie ha de salvar al hombre
 
CONVIÉRTEME, SEÑOR
De mi autosuficiencia, orgullo y seguridades
a la humildad para saber y poder encontrarte
 
CONVIÉRTEME, SEÑOR
De mis apariencias, simples e interesadas,
a la plenitud que me ofrece tú presencia,
real y misteriosa, dulce y exigente,
divina y humana, audible….y a veces silenciosa
Con respuestas….y a veces con interrogantes
 
CONVIÉRTEME, SEÑOR
Y dame un nuevo corazón para alabarte
Y dame un nuevo corazón para bendecirte
Y dame un nuevo corazón para esperarte
Y dame un nuevo corazón para amarte.
Amén.

REINARÉ, CONTIGO, SEÑOR
Cuando, más allá de trompetas triunfales
anuncie, con mi propia vida y hasta con sangre
que tu reino es justicia, paz y libertad
Cuando, además de contemplar tu belleza
descubra la radicalidad de tu mensaje
la dulzura y, a la vez, la exigencia de tus palabras
 
REINARÉ, CONTIGO, SEÑOR
Huyendo de la grandeza y del poder
abrazando, con humildad y obediencia,
el peso de la cruz que surja por delante
Sí, Señor;
Reinaré contigo sabiendo que,
soy y no soy del mundo,
que, no siempre seré comprendido
como Tú, Señor, tampoco lo fuiste
desde el primer día de tu nacimiento
 
REINARÉ, CONTIGO, SEÑOR
Sin más bandera, que el evangelio en la mano
Sin más fortaleza, que el alma bien dispuesta
Sin más armas, que el amor que dinamita el odio
Sin más corona, que el servicio cumplido
 
REINARÉ, CONTIGO, SEÑOR
Anunciando tu misericordia y tu lealtad
Tu presencia y tu comunión con el Padre
Tu fidelidad y tu reinado de vida y verdad
 
REINARÉ, CONTIGO, SEÑOR
Y, con tu Espíritu, me empujarás
por el sendero de la verdad y lejos de la mentira
Apartándome de aquellos que, dicen ser de los tuyos,
pero se comportan como si nunca te hubieran conocido
Dando gracias por tu nombre y proclamando
que, Tú Señor, eres Rey, siempre Rey, sólo Rey
Amén.

QUE NO ME IMPORTE, SEÑOR
Ser incomprendido, por defender que Tú vives en mí,
antes que ser elevado en el pódium del éxito efímero
pero sin horizontes ni razones para existir
 
QUE NO ME IMPORTE SEÑOR
Las risas de los que no me entienden por lo que creo
Ni el vacío de los que no me quieren por lo que siento
 
QUE NO ME IMPORTE, SEÑOR
El no percibir algunas verdades que tú me ofreces
cuanto esperar a que un día se hagan realidad
 
QUE NO ME IMPORTE,SEÑOR
Cómo me rescatarás de la muerte,
cuanto saber que, ahora y aquí,
me acompañas y me animas con tu Palabra
me alimentas con tu Cuerpo y con tu Sangre
y, en el fondo de mi alma,
me haces arder en ansias de poder verte
 
QUE NO ME IMPORTE,SEÑOR
La burla de los que no se molestan en buscarte
La sonrisa de los que, sintiéndose poderosos,
serán nada y polilla después de su grandeza
 
QUE NO ME IMPORTE,SEÑOR
Las falsas promesas que el mundo me ofrece
frente a las tuyas que han de ser eternas
Los cortos caminos, que me llevan al abismo,
frente a los tuyos –estrechos y difíciles-
pero con final feliz y glorioso.
 
QUE NO ME IMPORTE, SEÑOR

QUIERO SER PEQUEÑO, SEÑOR
Para que nunca olvide lo grande que eres
Para que alguien me suba sobre sus hombres y te pueda ver
Para que me asombre de tus Palabras y de tus milagros
 
QUIERO SER PEQUEÑO, SEÑOR
Para que no sea insensible a los que sufren
Para que pueda subirme a los árboles
y mirar por dónde vienes
Para que pueda ascender a los árboles
y Tú te fijes en mí, como yo me fijo en Ti.
 
QUIERO SER PEQUEÑO, SEÑOR
Para que me corrijas cuando me equivoco
Para que me lleves de tu mano
Para que conozcas cómo es mi casa
Para que nunca me canse de ser tu amigo
 
QUIERO SER PEQUEÑO, COMO ZAQUEO
Para dar un salto cuando Tú me digas: ¡baja!
Para dar algo de lo mío, si alguien está necesitado
Para pedirte perdón, por las veces en que he faltado por algo
Para sonrojarme por las pequeñas travesuras que he cometido
 
QUIERO SER PEQUEÑO, COMO ZAQUEO
Y tener la suerte de tratarte como a un invitado
Y sentarte a mi mesa, y Tú Señor, en la de mi casa
Y que me perdones, si en algo te he decepcionado
Y que, mi casa brille con una nueva luz,
al entrar en ella el lucero más grande de los cielos:
TÚ, SEÑOR. TÚ, JESUCRISTO.

Señor Jesús,
que has prometido permanecer entre nosotros
si nos amamos como Tú nos amas,
 
Te rogamos lleves a buen término
-por los caminos de la paz,
de la justicia y del perdón
a esta humanidad lacerada de guerras,
violencia y hambrienta de fraternidad.
 
Da fortaleza a los misioneros
que están llevando la antorcha de la fe
y haz que,
siguiendo los pasos de San Francisco Javier,
sean testigos valientes del Evangelio,
 
Infunde en muchos jóvenes la ilusión de seguirte por
el camino de la vocación al laicado,
a la vida consagrada y a la vida sacerdotal.
 
Te lo pedimos en unión con María,
Reina de las Misiones
y Estrella de la Nueva Evangelización.

ESCÚCHAME, SEÑOR
Aunque, mi pensamiento, vuele por otros cielos
y no sea consciente de tu presencia
Aunque, mis labios se abran para bendecirte,
y mi corazón siga amando otros dioses.
 
ESCÚCHAME, SEÑOR
Porque, temo y siento a veces,
que mi oración es pura y simple palabrería,
que mi alabanza es un quedar bien contigo
que mi confianza es débil y muy interesada
 
ESCÚCHAME, SEÑOR
Porque tengo miedo a cortar contigo
Porque, aun hablándote, me siento solo
Porque, aun queriéndote,
no siempre eres mi amor primero
 
¿ME ESCUCHARÁS, SEÑOR?
¡Ayúdame!
Que no caiga en la tentación de la pereza
Que no me canse nunca de estar junto a Ti
ni de buscarte en el oasis de la oración.
 
¿ME ESCUCHARÁS, SEÑOR?
Ojala, que en el día que tú me llames,
aun con mis deficiencias, hipocresías y pecados
encuentres un poco de fe, sólo un poco de fe,
en este que siempre quiere ser tu amigo
Amén.

GRACIAS, SEÑOR
Por devolvernos la salud
Por llevarnos a Ti
Por conducirnos hasta Dios
Por traernos la fuerza del Espíritu
 
GRACIAS, SEÑOR
Por la fe de nuestros padres
Por la Eucaristía que es Acción de Gracias
Por los caminos sembrados de tus huellas
Por este día cargado de tu Palabra
 
GRACIAS, SEÑOR
Por abrir nuestros ojos a la verdad
Por dirigir nuestros oídos a tu Palabra
Por movilizar nuestras manos y nuestros pies
Por acogernos a pesar de nuestras limitaciones
 
GRACIAS, SEÑOR
Por la Iglesia que es nuestra Madre
Por la oración que es el teléfono con el que nos comunicamos contigo
Por tu pan y tu vino que es tu Cuerpo y tu Sangre
Por este encuentro que nos da vida cada domingo
GRACIAS, SEÑOR

AUMÉNTANOS LA FE
Para que disminuya nuestro egoísmo
y crezca nuestra disponibilidad
Para que se agigante nuestra confianza
y se achique nuestra incredulidad
Para que suba el termómetro de nuestra oración
y se debilite nuestro olvido de Ti
 
AUMÉNTANOS LA FE
Para que la esperemos como un regalo
y no como algo viejo y caduco
Para que la vivamos con entusiasmo
y no como lección aprendida
Para que se robustezca nuestro interior
y desaparezca nuestro orgullo
 
AUMÉNTANOS LA FE
Porque queremos ser tus testigos.
Porque tememos perderte.
Porque no siempre vemos todo claro.
Porque seguirte es exigente.
Porque amarte es negarnos a nosotros mismos.
Porque queremos verte, para tenerte.
Porque queremos que nos ilumines para no perderte.
 
AUMÉNTANOS LA FE
Y, si ves que aumentamos en otras cosas,
haz, Señor, que Tú seas más importante
que la suma de todas ellas juntas.
 
Amén.

NO SEA YO, EPULÓN, SEÑOR
Que no me ciegue la riqueza
Que mi existencia no dependa de lo que aparentemente veo
Que no me cierre a tu presencia
Que no viva de espaldas a las necesidades de mis hermanos
Que guarde la actitud del asombro que produce la fe
Que cuide mi riqueza interior más que la exterior
Que no me resista a vivir como quien sabe que es un peregrino
Que no olvide de mirar al cielo todos los días
Que no olvide de volver mis ojos a la tierra, todos los días
 
NO SEA YO, EPULÓN, SEÑOR
Si estoy frío, calienta mi espíritu
Si vivo de espaldas a tu Palabra, vuélveme en la dirección adecuada
Si soy insensible a tu llamada, háblame de nuevo
Si estoy sordo, ábreme mi oído
Si escucho demasiado al mundo, llévame al oasis del silencio
SI estoy pendiente de los mil tesoros, hazme descubrirte como el más valioso
 
NO SEA YO, EPULÓN, SEÑOR
Y cuando llegue el día de partir,
encuéntrame dispuesto
Y cuando llegue el momento de morir,
hazme vivir en Ti
Y cuando llegue el instante de dejarlo todo,
que sienta pena de aquello que, por falta de tiempo,
no me dio lugar a poder ofrecer.
Amén.

HAZME, SEÑOR, PRUDENTE
Que me ofrezca sin esperar nada a cambio.
Que exprima lo mejor de mí mismo.
aún, aparentemente, no viendo fruto alguno.
Que trabaje los talentos que Tú me has dado.
y puedan servir como camino que me lleven hacia Ti.
Que, de tal manera viva yo en Ti,
que disfrute viviendo y cumpliendo tu voluntad.
 
HAZME, SEÑOR, PRUDENTE
Distante de lo efímero, para buscar lo eterno.
Crítico con aquello que me paraliza.
y dinámico para buscarte en el silencio.
Abierto a negarme entregándome.
y cerrado a todo lo que me impide.
dar y regalar lo mejor de mí mismo.
 
HAZME, SEÑOR, PRUDENTE
Que no te busque por interés.
Que no te quiera porque me esperas.
Que no te ame porque es mucho lo que me aguarda.
 
HAZME, SEÑOR, PRUDENTE
Para que te busque porque eres lo mejor.
Para que te quiera porque siempre esperas.
Para que te ame porque, Tú antes, me amas.
Amén

SOLO TÚ, SEÑOR
Eres riqueza que me da la posibilidad
de hacerme con un futuro eterno y mejor
Eres grandeza, que en mi pobreza,
me hace mirarte con ojos agradecidos
sentirme pequeño ante Ti
gigante, frente a los que creen poderosos.
con un corazón necesitado de ti,
con la seguridad de que Tú, eres lo mejor
SOLO TÚ, SEÑOR
Eres capaz de despertar en mí
sentimientos de alegría profunda y verdadera
de conversión y de encuentro
de fe y de esperanza
de ilusión por trabajar por tu reino.
SOLO TÚ, SEÑOR
Mereces todo honor y toda gloria
Toda alabanza y todo júbilo
SOLO TÚ, SEÑOR
Enciendes en nuestras almas
los deseos de seguirte dejando lo que estorba
apartando lo que nos humilla
olvidándonos lo que empaña nuestra mirada
SÓLO TÚ, SEÑOR

Soy Marta cuando me afano por lo inmediato
Tú eres María cuando me haces ver el fondo de las cosas
Soy Marta cuando exijo que camines a mi ritmo
Tú eres María cuando me invitas a reposar en el camino
Soy Marta cuando pienso que en el “hacer” está el todo
Tú eres María cuando en el silencio me descubres el valor del silencio
Soy Marta cuando olvido que tengo corazón y alma
Tú eres María cuando me haces descubrir la vida interna que llevo dentro
Soy Marta cuando me desgasto sin saber por qué ni cuando
Tú eres María cuando me enseñas a guardar energías para lo alto
Soy Marta cuando vivo sin freno ni medida
Tú eres María cuando me invitas a la paz y al sosiego
Soy Marta cuando digo que creo en Jesús y no le escucho
Tú eres María cuando me invitas a escuchar para saber si creo
Soy Marta cuando vivo perdido en lo aparente
Tú eres María cuando me haces buscar lo trascendente
Soy Marta cuando lo exterior me llena de ansiedad
Tú eres María cuando me recuerdas que en el interior está la felicidad
Soy Marta cuando pienso que la fortaleza está en lo que realizo
Tú eres María cuando me recuerdas que Dios es inspirador de todo
Soy Marta por poner todo mi esfuerzo en los medios y trabajo
Tú eres María si me haces ver que todo eso es secundario frente al Maestro
Soy Marta cuando subo y bajo, hablo y canto, planifico y pienso
Tú eres María si me llamas al sosiego que nos da el Misterio
Soy Marta cuando me dejo llevar por lo aparentemente válido
Tú eres María si me enseñas el tesoro de lo contemplativo
Soy Marta cuando me ensordece el ruido del mundo
Tú eres María si me invitas a afinar el oído hacia lo divino
Soy Marta cuando me agobian los problemas de cada día
Tú eres María cuando me enseñas la fortaleza de Dios y de su Palabra
Soy Marta cuando pongo en el centro de todo mi esfuerzo
Tú eres María si me haces ver a Dios como fuente de todo
Soy Marta si pierdo el control por lo que me empuja
Tú eres María si me induces al equilibrio y a la esperanza
Soy Marta cuando pienso que en la velocidad reside el triunfo
Tú eres María por frenar mis caprichos y mis impulsos
Soy Marta cuando busco y no alcanzo, cuando trabajo a tiempo y destiempo,
cuando pongo el acento en la pura materialidad.
Tú eres María cuando, simplemente, me invitas a pararme un poco
y ese poco, que es mucho, es ni más ni menos que JESÚS
 
QUIERO DARME, SEÑOR
Como Marta, allá donde mi mano sea necesaria,
y como María, al silencio para estar contigo
Como Marta, para mitigar la sed del sediento
y, como María, para llenarme del agua viva de tu pozo
 
QUIERO DARME, SEÑOR
 
A Ti, que sales al encuentro del que te busca
y, también, allá donde mis hermanos reclaman mi presencia
A Ti, que buscas la mirada de mis ojos
y, a Ti, sin vivir de espaldas al necesitado de cariño
Sí, Señor; quiero darme y entregarme
Como, Marta, en los mil detalles de cada jornada
y, como María, arrodillándome ante el Misterio de tu Palabra
Como, Marta, no olvidando mis dones de generosidad
y, como María, no dejándote siempre para el final
 
QUIERO DARME Y ENTREGARME, SEÑOR
 
Sintiendo el gozo de ofrecerme con lo poco que tengo
y, sabiendo que estando Tú conmigo
no me faltará nunca tu aliento en mi caminar
Déjame, Señor, como Marta servirte con lo que soy
Déjame, Señor, como María sentarme a tu lado
Déjame, Señor, como Marta agasajarte
Déjame, Señor, como María mirarte a los ojos
 
QUIERO DARME Y ENTREGARME, SEÑOR

Si nos llamas, Jesús,
que sepamos responder ¡SI!.
Si vemos el mundo vacío de Ti,
que lo llenemos de tu amor.
Si pronuncias mi nombre,
que no piense que va por otra persona.
Si nos cuesta dar,
que pensemos en lo mucho que Tú nos regalas cada día.
Si me pides seguirte de verdad,
que no busque mil excusas para no hacerlo.
Si observas nuestra vida,
que la encuentres como Tú quieres.
Si necesitas nuestra voz,
aprovéchala para que seas conocido.
Si necesitas nuestros pies,
anímalos para recorrer tus caminos.
Si necesitas nuestra inteligencia,
llénala con el evangelio.
Si necesitas nuestros ojos,
que sepamos mirar con alegría al futuro.
Si necesitas nuestro corazón,
transfórmalo con tu palabra.
Si no estás de acuerdo con algo de nuestra vida,
danos un poco de tiempo para cambiar.
Si nos ves agitados o tristes,
llénanos con tu esperanza
YO TAMBIÉN QUIERO SUBIR, CONTIGO
A esa Jerusalén, lugar de entrega y de esfuerzo
aunque, en la calzada, no todo sea compresión y abrazos
Quiero ser cristiano, y contigo Señor,
saber y sentir que –avanzar junto a Ti-
no siempre es fácil, no todo es aplauso
 
YO TAMBIÉN DESEO ASCENDER A LAS ALTAS CUMBRES,
y, desde las alturas,
llamar a la fe y a la esperanza a mis hermanos
compartir aquello que llevo dentro
y, lejos de detenerme en el sendero,
empujar a los que quieran vivir con aires distintos
 
YO TAMBIÉN ASPIRO A IR CONTIGO, SEÑOR
A la Jerusalén que en el cielo aguarda
A la Jerusalén que en el cielo se levanta
Con la fuerza de la Eucaristía
Con el cayado de tu Palabra, Señor
Con la infusión de los sacramentos
Con la voz de tu Iglesia, Señor,
quiero ir yendo, a una contigo,
y disfrutar de tu Reino prometido.
 
AYÚDAME, SEÑOR,
a estar siempre en decidida marcha
a pesar de las piedras
que salen o se arrojan a mi paso
Amén

¿QUÉ QUIERO DE TI, SEÑOR?
Vida, de la que tú me ofreces,
o muerte, segura, cierta que yo persigo
y que en el mundo vivo a todas horas
Alegría, que brota desde el fondo de las personas,
o sonrisas, que en surtidores de mentiras,
me refugio en el hombre que errante, busca
 
¿QUÉ QUIERES SER PARA MI, SEÑOR?
Respuesta que calme mis heridas,
mi soledad y mi desconcierto,
mi egoísmo y mis debilidades…
o, por el contrario,
dulces que, hoy dulcifican mi paladar,
pero que mañana me dejan insatisfecho
con ansias de más de lo efímero
y sin referencia a lo eterno
 
¿QUÉ QUIERES SER PARA MI, SEÑOR?
Verdad, que se abre como un abanico
frente a tanta mentira
O, falsedades, que añoro y me seducen
para no complicarme demasiado mis años
 
¿QUÉ QUIERES SER PARA MI, SEÑOR?
El Hijo de Dios, que me ofrece VIDA ETERNA
o, por el contrario, simplemente
hombre que sale al encuentro del hombre
sin más pretensión que llenarle de satisfacciones.
 
QUE SEAS PARA MI, SEÑOR
Ilusión que me empuje a trabajar por tu Reino
Fe que me ayude a sentirte siempre presente
Esperanza que me anime en el desaliento
Amor que haga desplegar lo mejor de mí mismo
Ayúdame, Señor, en este Año de la Fe
a descubrir este tesoro que llevo entre manos.
Un tesoro que, tal vez por el paso del tiempo,
no lo veo con claridad o hasta lo he olvidado.
Un tesoro, la fe, que por mis falsas seguridades
digo conocerlo cuando, en realidad, vivo muy lejos.
Amén.

¡NO TODO ESTÁ PERDIDO!
Sigue apostando por lo que haces
Siembra amistad aunque recojas rechazo
Sonríe a los que te rodean
aunque se queden perplejos de tu felicidad.
 
¡NO TODO ESTÁ PERDIDO!
Defiende aquellos valores que sin ser aplaudidos
son cimientos de una nueva sociedad
Cristo, no lo olvides, necesita gente como tú:
gente que no esté muerta en vida
Personas que, por defender el cielo,
no les importe ser perseguidas en la tierra
Corazones que, por amar sin engaño,
sean traspasados por la ingratitud o el desprecio
Manos que, por dar sin esperar,
permanezcan abiertas hacia lo divino.
 
¡NO TODO ESTÁ PERDIDO!
El Señor, aquí o allá, siempre estará a nuestro lado
Saldrá en las horas amargas a nuestro encuentro
Nos dará vida cuando, aparentemente, estemos desgastados
Consuelo cuando, en nuestros afanes, nos agarre el desconcierto
Esperanza cuando, al sembrar, veamos que no hay fruto alguno
Ilusión cuando, al avanzar, el pesimismo
sea alforja de nuestro duro viaje.
 
¡NO TODO ESTÁ PERDIDO!
El Señor, hoy y siempre, en este Año de la Misericordia
nos dice: ¡A TI TE LO DIGO, LEVÁNTATE!
De tu frialdad y cobardía, de tu tristeza y de tu cerrazón
de tus caídas y de tus combates, de tus ideas y debilidades
¡LÉVANTATE, HOMBRE O MUJER, NIÑO O JÓVEN!
¡LÉVANTATE QUE, TODO, NO ESTÁ PERDIDO!

ESTÁS AQUÍ, SEÑOR
No te vemos pero, en Belén,
te hiciste hombre, te dejaste tocar,
adorar, amar y ofrendar.
No te escuchamos, pero en el Espíritu
tu voz habla con fuerza.
Fuiste, Cristo, la última palabra
que pronunciaste, la que se mantiene viva
perenne con el transcurso
de los años y de los siglos.
No te alcanzamos con la mano
pero en la Eucaristía vives y nos fortaleces
nos haces sentir tu cercanía y tu compromiso
tu poder y tu auxilio, tu Gracia y tu bondad.
ESTÁS AQUÍ, SEÑOR
Que no te dejemos más allá del sol y de la luna
pues bien sabemos, oh Dios,
Que eres sol de justicia
cuando te buscamos en las luchas de cada día
o te defendemos en los más necesitados
Cuando te anhelamos
en un mundo que necesita ser mejor
o te descubrimos en la común unión con los otros.
ESTÁS AQUÍ, SEÑOR
Tu secreto, un secreto a voces,
es el amor del Padre, con el Hijo y en el Espíritu.
Una familia que, estando sentada en el cielo,
camina con los pies de Cristo en la tierra.
Una conversación que, dándose en el cielo,
se escucha con nitidez a través del Espíritu Santo
Una mesa que, asentándose en el cielo,
se prolonga en la casa de todos aquellos
que cantan, creen, viven y se asombran
ante el Misterio Trinitario.
ESTÁS AQUÍ, SEÑOR
En el amor que se comparte
En la libertad que nos hace libres
En los lazos que unen
En el despliegue de ternura y de comprensión
En la personalidad de cada uno
En el afán de buscar puentes y no divisiones
ESTÁS AQUÍ, SEÑOR

SECUENCIA
Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
 
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
 
Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
 
sana el corazón enfermo,
lava las manchas,
infunde calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
 
Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia,
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.
 
LLENANOS
¡LLÉNANOS DE TI!

Para que seamos uno y todos a una
y entonces, sólo entonces,
podamos presentarnos ante lo que acontece
como consuelo y respuestas a un mundo que es viejo
Para que, nuestro soplo, además de ser humano
tenga aliento divino, fraterno y eterno.
Para que, nuestros pasos, lejos de metas cortas
sean huella de lo que más allá del sol y de las estrellas aguarda
 
¡Sí! ¡LLÉNANOS DE TI!
Para que nuestra vida sea canto de Dios
testimonio de Cristo
y presencia del Espíritu Santo
Amén.
 
VIVIR SEGÚN EL ESPÍRITU SANTO
 
Vivir según el Espíritu Santo, es difícil.
Vivir con el Espíritu Santo, no lo es tanto.
Es bueno pensar que, El,
nos acompaña aunque no nos demos cuenta;
nos habla, aunque no lo escuchemos;
nos conduce, aunque acabemos eligiendo el camino contrario;
nos transforma, aunque pensemos que, todo, es obra nuestra.
 
VIVIR PENTECOSTÉS
es pedirle a Dios, que nos ayude a construir
la gran familia de la Iglesia
es orar a Dios, para sacar de cada uno lo mejor de nosotros mismos
es leer la Palabra y pensar: “esto lo dice Jesús para mí”
es comer la Eucaristía,
y sentir el milagro de la presencia real de Cristo
es rezar, y palpar –con escalofríos- el rostro de un Dios que nos ama.
 
¡PENTECOSTÉS ES EL DIOS INVISIBLE!
El Dios que camina hasta el día en que nos llame a su presencia
El Dios que nos da nuevos bríos e ilusiones
El Dios que nos levanta, cuando caemos
El Dios que nos une, cuando estamos dispersos
El Dios que nos atrae, cuando nos divorciamos de El
 
¡PENTECOSTÉS ES EL DIOS DE LA BRISA!
El Dios que nos rodea con su silencio
El Dios que nos indica con su consejo
El Dios que nos alza con su fortaleza
El Dios que nos hace grandes con su sabiduría
El Dios que nos hace felices con su entendimiento
El Dios que nos hace reflexivos con su santo temor
El Dios que nos hace comprometidos, con el don de piedad
El Dios que nos hace expertos, por el don de la ciencia
Pentecostés, entre otras cosas, es valorar, vivir,
comprender y estar orgullosos de
todo lo que nos prometió Jesús de Nazaret.
¿Cómo? Dejándonos guiar por su Espíritu.

NUESTRA ALEGRÍA
ERES NUESTRA ALEGRIA, SEÑOR
En la oscuridad, nos aportas luz.
En las dudas, nos ofreces verdades.
En la violencia, eres paz.
 
ERES NUESTRA ALEGRIA, SEÑOR
Cuando llegue la muerte, serás vida.
Cuando llegue el final, serás principio.
Cuando se apaguen las luces del mundo,
nos encenderás otras eternas en el cielo.
 
ERES NUESTRA ALEGRIA, SEÑOR
Apareces cuando más te necesitamos.
Apareces cuando otros amigos nos fallan.
Apareces y, a veces, no te reconocemos.
Apareces y, con tu pan, nos alimentas.
 
ERES NUESTRA ALEGRIA, SEÑOR
Nos defiendes a pesar de nuestros errores.
Nos amas a pesar de nuestros olvidos.
Resucitas para que, un día,
también nosotros contigo lo hagamos.
 
ERES NUESTRA ALEGRIA, SEÑOR

¡ABRÉME LOS OJOS, SEÑOR!
También yo, en el amanecer de esta jornada
con el alma atenazada por la penumbra
pero con el corazón inquieto
me he acercado hasta el lugar donde creía y me dijeron
se encontraba tu cuerpo amarrado entre vendas, sudarios
o desfigurado por los sucesos de estos últimos días.
Más, cuál ha sido mi sorpresa, Señor,
cuando al cruzarme con María Magdalena
con Simón Pedro y con Juan
me han dicho que, no tenga prisa,
que tu losa no está ya ni sellada ni centrada
que la piedra de tu sepulcro se encuentra movida
y que abra bien los ojos para la gran sorpresa que me espera
 
¡ABREME LOS OJOS, SEÑOR!
Pues quiero verte para nunca más perderte
Porque, después de avanzar hasta tu sudario
necesito certezas para comprender
y gritar al mundo que ¡Creo! ¡Creo! ¡Y mil veces creo!
Que has vuelto para devolvernos vida abundante
Que, a partir de hoy, la asignatura difícil de la muerte
ha sido resuelta y superada por el Maestro que más enseñó
con palabras de amor y con gestos de humildad
con milagros y promesas felizmente cumplidas.
 
¡ABREME LOS OJOS, SEÑOR!
Quiero, sin temor ni temblor,
y aunque algunos me digan lo contrario
asomarme y ver el vacío que tu triunfo
sobre la muerte ha dejado.
Quiero, con la emoción de los discípulos
y de la mano de Santa María Virgen
comprender y creer que, era cierto,
¡Has resucitado! ¡Lo has hecho por nosotros!
¡ABREME LOS OJOS, SEÑOR PARA VERTE Y NUNCA PERDERTE!

¡CON MI IGLESIA, CREO EN TI, SEÑOR!
 
Abriré las puertas, cuando me llamen a tiempos y a deshoras
y, aun con incertidumbres o dudas,
proclamaré que estás vivo y operante
Que, en mis miedos y temores,
me das la valentía de un león
para hacer frente a mis adversarios.
 
¡CON MI IGLESIA, CREO EN TI, SEÑOR!
Ven, Señor, y como a Tomás muéstrame tu costado
no para que crea más o menos
sino para sentir un poco el calor de tu regazo.
Ven, Señor, y como a Tomás, enséñame tus pies
no porque desee verlos taladrados
sino porque, al contemplarlos,
conoceré el precio que se paga
a los que desean andar por tus caminos
Ven, Señor, y como a Tomás, dame tus manos
no para advertir los agujeros que los clavos dejaron
sino para, juntando las mías sobre las tuyas,
comprender que he de ayudar al que está abatido
animar al que se encuentra desconsolado
o servir con generosidad,
a todo hombre que ande necesitado
 
¡CON MI IGLESIA, CREO EN TI, SEÑOR!
Porque, sé que, los Apóstoles
débiles y santos, con virtudes y defectos,
nos han dejado esta Iglesia que es Madre y sierva
Santa y pecadora, grande y pequeña,
Rica y pobre, pero esplendorosa
por la alegría de tu Pascua Resucitadora
¡ALELUYA, CREO CON TU IGLESIA, EN TI SEÑOR!

LO SABES, SEÑOR
Que con tu entrada en Jerusalén, con asno incluido,
se cumple lo anunciado por los profetas
Que, los que hoy te aclaman, y te exaltamos,
aun recordando tus milagros y tus hazañas,
tus palabras y tu consuelo
muy pronto, a la vuelta de la esquina,
cambiaremos las palmas por el “reo de muerte”
LO SABES, SEÑOR
Que, como Pedro, hoy prometemos amistad sin fisuras
te cantamos himnos y alabanzas
y, mañana, fingiremos no haberte conocido
o esconderemos nuestros rostros
en un intento de no complicarnos la vida
LO SABES, SEÑOR
Que, el arco de triunfo que hoy levantamos
pronto lo brindaremos al mejor postor
a los simples reyes de la tierra
a los que, sin tener palabras eternas,
nos seducen y nos confunden
nos alejan de Ti y nos apartan de tu Gracia
LO SABES, SEÑOR
Que, la corona que te espera,
no es de oro, sino forjada por espinas
Que, el trono que te aguarda,
no está tallado en madera de ébano
y sí esculpida en cruz que produce vértigo y llanto
LO SABES, SEÑOR
Que nuestro sí, mañana será un no
Que nuestros cantos, se convertirán en silencios
Que nuestros vítores, darán lugar a deserciones
Que nuestros gritos, se tornarán en timidez
LO SABES, SEÑOR
Que, tu entrada en Jerusalén,
es el inicio de una aventura teñida de sufrimiento
de sacrificio, prueba y muerte…
pero con redención final
LO SABES, SEÑOR

AYÚDAME A MIRAR COMO TÚ, SEÑOR
A no dejarme llevar por mis juicios,
interesados, duros y excesivamente crueles.
A observar, no tanto los aspectos negativos,
cuanto la bondad y lo noble de los que me rodean.
AYÚDAME A MIRAR COMO TÚ, SEÑOR
A no conspirar ni levantar castillos
en las ruinas sufrientes de tantos hermanos
A no señalar defectos e historias pasadas
que, entre otras cosas,
sólo sirven para causar sensación o daño
AYÚDAME A MIRAR COMO TÚ, SEÑOR
A ser prudente, como Tú lo fuiste
con aquella mujer, que adulterada en su vida,
comenzó otra vida nueva
ante tu forma de mirarle y corregirle
AYÚDAME A MIRAR COMO TÚ, SEÑOR
A ver el lado bueno de las personas
A no recrearme con el sufrimiento ajeno
A no ser altavoz de calumnias y mentiras
A ser hombre y no jugar a ser juez
AYÚDAME A MIRAR COMO TÚ, SEÑOR
A no manipular ni airear
las cruces de las personas que las soportan
A no enjuiciar ni condenar
los defectos de tantos próximos a mi vida
A no hacer estandarte ni burla
de los que están hundidos en sus miserias
AYÚDAME A MIRAR COMO TÚ, SEÑOR
Para que, frente a la mentira, reine la verdad
Para que, frente a la condena, brille tu misericordia
Para que, frente a la burla, salga la comprensión
Para que, frente a la humillación, despunte la bondad

QUE VUELVA, SEÑOR
De mi vida, vacía e inquieta,
soñadora y excesivamente idealista.
 
QUE VUELVA, SEÑOR
De mi soberbia que me impide acoger tu bondad
De mi mundo, que me distancia de tu reino
De mis miserias, que estorban mi perfección
 
QUE VUELVA, SEÑOR
De aquello que me hace sentirme
seguro y dueño de mi destino
De toda apariencia que me engaña
y me hace darte la espalda
 
QUE VUELVA, SEÑOR
De toda pretensión de malgastar
arruinar o desaprovechar mis días.
 
QUE VUELVA, SEÑOR
A tu casa, que es donde mejor se vive
A mi casa, que es tu casa, Señor
A tus brazos, que sé me echan en falta
A tus caminos, para que no me pierda
A tu presencia, para que goce
de la fiesta que me tienes preparada

¿QUÉ FRUTOS, SEÑOR?
Me pides confianza y, por lo que sea,
prefiero mirar hacia atrás
que saborear y soñar con lo que en Ti me espera
Deseas el fruto de mi constancia y, a la menor,
me dejo enredar por los hilos de la pereza,
la tibieza o las dudas, la fragilidad o la torpeza.
Sueñas con un futuro bueno para mí,
y me encuentras soñando con otras cosas
con otras instancias que no son las tuyas
con una tierra muy distinta a la que Tú me ofreces.
Estoy en la higuera, pero la higuera de mi vida,
no siempre fructifica en lo santo, noble y bueno.
Miras a las ramas de mis días
y, lejos de comprobar cómo despuntan sus yemas
me limito a vivir bajo mínimos,
a dar aquello que me conviene y no me molesta
a fructificar, poco o nada, si no es beneficio propio.
 
¿QUÉ FRUTOS, DARTE, SEÑOR?
Mira mi miseria,
y dejándome arrastrar por tu riqueza
ojala recojas de mí aquello que a tu Reino convenga
Acoge mi buena voluntad,
y lejos de echarme en brazos de la vanidad
descubra que, sólo Tú y siempre Tú,
eres la causa de lo bueno que brota en mí.
Perdona mi débil cosecha,
y, sigue sembrando Señor, para que tal vez mañana
puedas despertar, descubriendo en mí
aquello que, hoy, brilla por su ausencia:
frutos de verdad y de amor
de generosidad y de alegría
de fe y de esperanza
de confianza y de futuro
de vida y de verdad.
Y no te canses, Señor, de visitar tu viña,
tal vez hoy, puede que no,
pero mañana, con tu ayuda y mi esfuerzo,
brotará con todo su esplendor
la higuera de mi vida
Amén

TRANSFIGURAME, SEÑOR
Con tu gracia, para entender tu muerte
Con tu poder, para contemplar tu rostro
Con tu majestad, para adorarte como Rey
 
Sí, Señor; transfigúrame con tu presencia
porque, en muchas ocasiones,
temo sólo verte como hombre y no como Dios
Sí, Señor; transfigúrame con tu mirada
porque, en el duro camino, tengo miedo a perderte
a no distinguirte en las colinas donde no alcanza mi vista
 
Sí, Señor; transfigúrame con tu amor
y, entonces, comprenda lo mucho que me quieres:
que me amas, hasta el extremo
que me amas, hasta dar tu vida por mí
que me amas, porque no quieres perderme
que me amas, porque Dios, es la fuente de tanto amor
 
Sí, Señor; transfigúrame con tu fuerza
porque me siento débil en la lucha
porque prefiero el dulce llano
a la cuesta que acaba la cumbre de tu gloria
Porque, siendo tu amigo como soy
no siempre descubro la gloria que Tú escondes.
 
Transfigúrame, Señor.
Para que, mi vida como la tuya,
sea un destello que desciende desde el mismo cielo.
Destello con sabor a Dios
Destello con sabor al inmenso amor que Dios me tiene. Amén.

QUE TENGA HAMBRE, SEÑOR
Que tenga hambre, Señor
De Ti, no dejándome adorar a otros dioses
que no sea el Dios que Tú adoras.
De tu Palabra, y no me seduzcan aquellos mensajes
que buscan mi bienestar externo o superficial
 
QUE TENGA HAMBRE, SEÑOR
De tu presencia, antes que del vacío
al que me empuja el endiablado mundo en el que vivo
De tu rostro, que es fuente de vida y de salvación
De tus manos, que bendicen, perdonan y multiplican
De tus ojos, que miran con amor
De tu corazón, que ama como nadie sabe amar
 
QUE TENGA HAMBRE, SEÑOR
Del pan, al que Tú me invitaras en Jueves Santo
Del vino, que Tú ofrecerás en la mesa de tu sacrificio
Del servicio que Tú pondrás como distintivo
de aquellos que decimos ser tus amigos
 
QUE TENGA HAMBRE, SEÑOR
De no olvidar al que sufre y ser vitamina en su debilidad
De ser pan que se parte y reparte con el hambriento
De ser vaso de agua transparente y fresca para el sediento
De ser puerta abierta para el que busca cobijo
De ser sastre que ofrezca tela para el desnudo
De ser llave que abra al que se encuentra preso en cárceles
sin rejas aparentes pero con esclavitudes dolientes
De dar descanso y un lugar oportuno
al que, cerrando los ojos al mundo,
ha de ser guardado en la memoria del sentido cristiano.
Amén.

AYÚDAME, SEÑOR
A remar hacia las profundidades de las aguas de la fe
A lanzar, aunque me parezca inútil, las redes de la esperanza
A esperar, aunque me desespere, en lo que hago por tu nombre
AYÚDAME, SEÑOR
A confiar en tu Palabra
A fiarme de tus indicaciones
A orientarme, sin miedo alguno, en la dirección que me marcas
 
AYÚDAME, SEÑOR
A sentirme aquello que soy pecador
A ser consciente de lo poco que soy
A ofrecerte lo escaso que tengo
A darme con lo mucho que Tú me das
 
AYÚDAME, SEÑOR
A no resquebrajarme cuando no hay resultados inmediatos
A no desinflarme cuando surgen dificultades
A no dejar de pescar, en terrenos que me parecen indiferentes
 
AYÚDAME, SEÑOR
A juzgarme indigno de ser tu asalariado
A sentirme inmerecido de Alguien tan excepcional como Tú
A considerarme limitado, ante Alguien tan magnánimamente perfecto
 
AYÚDAME, SEÑOR
A deslizarme del “yo” hacia el “nosotros”
A caminar de lo “mío” hacia lo “nuestro”
A pescar, no tanto en aguas tranquilas,
cuanto en aquellas otras que pueden dar, por Ti,
un feliz, soñado y sacrificado fruto.
Amén.

¿NO ERES TÚ, SEÑOR?
¿Quién vino pequeño y, ahora, nos habla con lenguaje tan elocuente?
¿Quién se hizo hombre y, ahora, parece expresarse con Palabras de Dios?
¿Quien nació en el silencio y, ahora, rompe la calma con palabras proféticas?
 
¿NO ERES TÚ, SEÑOR?
¿A quién se cerraron las puertas de la posadas
y, una vez más, te las cierran las gentes de tu misma tierra?
¿Aquel que fue reverenciado con dones por los Reyes
y, ahora, eres irreverentemente acosado al filo de un despeñadero?
¿Aquel que, fue agasajado por sencillos, humildes y pastores
y, ahora, acoges dudas e improperios?
 
¿NO ERES TÚ, SEÑOR?
¿Aquel a quien los profetas fueron anunciando y,
los hombres de aquellos tiempos, al igual que los de ahora,
tampoco te reconocemos?
¿Aquel que bajó a compartir nuestra humanidad
y, ahora, nos resulta difícil contemplar tu divinidad?
 
¿NO ERES TÚ, SEÑOR?
¿Aquel que, con su propia vida, cumple una vez más
lo que en Belén Dios hizo con la suya: amor al hombre?
¿Aquel que, siendo humilde, es valiente para manifestar
las cosas de Dios ante un mundo indiferente?
 
¿NO ERES TÚ, SEÑOR?
¿Quién siendo el Hijo de Dios quieres que vivamos en Ti,
que creamos en Ti, sin más pruebas que tu Palabra y tu vida?
¿Aquel que siendo Hombre nos enseña el camino adecuado
para buscar y encontrar a Dios?
¡DINOS, SEÑOR! ¿NO ERES TÚ?

LOS OJOS…PUESTOS EN TI
Los que esperan…
tienen los ojos puestos en Ti para que no les defraudes
Los que desesperan…
tienen los ojos puestos en Ti para que les des esperanza
Los tristes…
tienen los ojos puestos en Ti, para que les bendigas con la alegría
Los abatidos…
tienen los ojos puestos en Ti, para que les levantes
Los decepcionados…
tienen los ojos puestos en Ti, para que sean optimistas
Los pobres…
tienen los ojos puestos en Ti, para que se sientan ricos
Los orgullosos…
que tengan los ojos puestos en Ti, y devuélveles la humildad
Los vanidosos…
que pongan los ojos en Ti, y sientan que son poco o nada
Los confundidos…
tienen los ojos puestos en Ti, para que Tú les señales un camino
Los sordos…
tienen los ojos puestos en Ti, para que tu Palabra los haga sensibles
Los despistados…
tienen los ojos puestos en Ti, para que encuentren certezas
Los sufridos…
tienen los ojos puestos en Ti, para que les ayudes en dar con la justicia
Los hambrientos…
tienen los ojos puestos en Ti, para que el mundo no olvide a los pobres
Los perseguidos….
tienen los ojos puestos en Ti, para que les sean libres
Los calumniados…
tienen los ojos puestos en Ti, para que sigan adelante en su verdad
Los divididos…
tengamos los ojos puestos en Ti, y veamos la comunión con el Padre,
en el Hijo por el Espíritu Santo. Amén.

QUE SEA YO BUEN VINO, SEÑOR
Que ponga palabra oportuna
allá donde triunfe el desconcierto.
Que irradie música y alegría
cuando brote el escenario de la tristeza y la angustia
 
QUE SEA YO BUEN VINO, SEÑOR
Que hable de Ti y de tus hazañas
aún en medio de incomprensiones y vacíos.
Que lleve la esperanza y el optimismo
a un mundo que llora perdido.
Que cargue las tinajas de los corazones de las personas
con tu Palabra que todo lo colma y satisface.
Que convierta el vinagre de muchas historias
en el dulce vino de tu fraternidad y de tu Evangelio.
 
QUE SEA YO BUEN VINO, SEÑOR
Que, con María, también abra los ojos
y descubra los sufrimientos y la escasez,
el fracaso y tanto aguafiestas
que abortan el espíritu festivo de la humanidad
el anhelo de fraternidad de este mundo.
 
QUE SEA YO BUEN VINO, SEÑOR
Y sepa darte gloria, por mis obras.
Y sepa bendecirte, por tanto signo que realizas.
Y sepa agradecerte, por tantos dones que regalas.
Y sepa alabarte, por salir al encuentro del hombre.
 
Gracias, Señor,
tu vino (el único, el mejor y el más auténtico)
alegra la mesa de toda nuestra vida.
Que en este Año de la Misericordia,
como buen vino,
sea capaz de ofrecer tu Palabra con mi voz
tu presencia, en mi entrega,
tu fortaleza, con mi testimonio,
tu amor, a través de mi caridad,
tu corazón, por mi comprensión,
tu reino, en mi forma de entender y de vivir la vida.
Amén

¿SOY DE LOS TUYOS, SEÑOR?
Me dicen que fui bautizado,
pero no sé muy bien, Señor,
hasta qué punto soy de los tuyos,
de tu grupo, de tu familia, de tus ideas,
de los que defienden, sin fisuras,
tu Palabra sin riesgo de ser descafeinada.
Dicen que, el Espíritu, quema
y me siento un tanto frío
Me advierten que, el Bautismo,
es un punto de salida
y frecuentemente me instalo en mis intereses
Me recuerdan que, ser de los tuyos,
es optar por tu Palabra, por tu vida,
por tu mensaje, por tu cruz,
por tus caminos y por tus contradicciones.
Y, cuántas veces, Señor,
me dejo guiar exclusivamente
por el vocerío del mundo
amañar por las sensaciones del simple escaparate
seducir con fuegos artificiales
asustar por el sufrimiento
o añorar y buscar atajos
sin que me digan que soy de los tuyos.
 
¿SOY DE LOS TUYOS, SEÑOR?
Ayúdame, Señor,
a convertirme, para estar cerca de Ti
a liberarme, para dedicarme a Ti
a llenarme de tu Espíritu,
para ofrecerme al pregón de tu Reino
Que tu Bautismo, Señor,
sea para mí, causa de crecimiento
llamada a la sinceridad y a la valentía
a la generosidad y al testimonio
a la verdad y a la firme respuesta
Amén.

VINISTE AL MUNDO, SEÑOR
Acompáñanos en la hora de incertidumbre,
y que nunca desaparezca de nuestros labios
un canto de alabanza y gratitud por tu llegada.
 
VINISTE AL MUNDO, SEÑOR
Y, sin comprenderlo ni entenderlo muy bien,
sólo sabemos que ha merecido la pena
que estamos menos solos que antes
que, nuestra soledad, es la tuya
y que, nuestras inquietudes, ya desde pequeño
van contigo en ese rostro que, hoy por amor,
y en el calvario con pasión,
mira al hombre desde el amor.
 
VINISTE AL MUNDO, SEÑOR
Y en el silencio, sigue hablando tu amor
Y en la oscuridad, sigue brillando la estrella
Y en el portal, sigues esperándonos
Y en la humildad, sigues enseñándonos
el camino preferido para encontrar a Dios
 
VINISTE AL MUNDO, SEÑOR
Para hacernos redescubrir el encanto de creer
y el encanto de amor
la ilusión de esperar y la alegría de vivir
 
VINISTE AL MUNDO, SEÑOR
Y, por venir hasta nosotros,
nos sentimos afortunados y dichosos:
¡Nunca nos había ocurrido algo parecido!
¡No te vayas, Señor!
¡Quédate junto a nosotros, Señor!
¡Deja que sigamos adorando tu divinidad!
¡Permite que te dejemos los dones
de nuestra fe, esperanza y caridad!
¡VINISTE AL MUNDO, SEÑOR!
Y, desde que has llegado,
este mundo ha encontrado una ventana
que nos abre de nuevo a la esperanza y a la paz.
Gracias, Señor
¡HAS VENIDO…Y NOS BASTA!